5/12/17

Yo sé que te he querido mucho, pero no recuerdo quién eres


«Yo sé que te he querido mucho,
pero no recuerdo quién eres».

          Ese es el núcleo fundacional de Sinfonía de Praga, su germen originario. Aunque acaso esa aseveración necesite alguna explicación aclaratoria.

  

          Los buenos lectores identificarán inmediatamente esos dos versos de José Hierro, que cierran el poema “Lear King en los claustros” (Cuaderno de Nueva York: 1998).

          Lo que acaso ignoren los lectores es que esos versos son reproducción literal de lo que el propio poeta José Hierro oyó de labios de un provecto y ya envejecido Dámaso Alonso un día que había acudido a visitarle a su casa en la zona alta de Chamartín. Cuando ambos poetas estaban de charla en el salón de la casa, entró en el recinto Eulalia Galvarriato, la sufrida y valerosa esposa de Dámaso Alonso, portando una bandeja con café y pastas. Este, levantando levemente los ojos entornados, la miró arrobado y sorprendido y desde su desmemoria de Alzheimer le dijo esa terrible y amorosa frase: «Yo sé que te he querido mucho, pero no recuerdo quién eres».

          En la versión extendida de Sinfonía de Praga esa frase, ya convertida en los versos de Hierro, aparece en la dedicatoria en el paratexto de la novela:

                                                     Para ella, que tan bien sabe
                                                     ser quien es
                                                     (antes de que el tiempo apremie
                                                     y, rememorando a dos poetas que admiro,
                                                     desde la desmemoria le diga:
                                                 
                                                     «Yo sé que he querido mucho,
                                                    pero no recuerdo quién eres»).


          Por razones de edición, el paréntesis fue elidido en la versión abreviada de la novela. Pero ese es, sin duda alguna, el germen originario y núcleo fundacional de Sinfonía de Praga y en buena medida de la novela toda: Contemos lo que hay que contar, narremos lo que hay que narrar mientras haya tiempo, porque…

          Y así, de manera explícita, se reitera en el interior de la novela, cuando el narrador apostrofa a los lectores:

Así es; así será, si así les parece, que esta historia está dando ya mucho de sí, y más que habrá, que la vida es corta, el tiempo apremia y cuando tengamos puesto ya el pie en el estribo y con las ansias de la muerte, como Él escribió, yo solo quiero, aunque de manera anónima —si es que no apócrifa—, dejar fama y fortuna de lo que ha sido, de poco más que una quincena de años en una Europa convulsa, que se desangra y una y otra vez repite sus errores del pasado, una historia que camina, o cabalga más bien, a caballo entre dos mujeres en aquella Praga que es esta, donde Lieserl y Meme parecen convivir tan a su gusto, mientras yo asumo, anónimo, un papel subordinado, que es, sin embargo, el del dios todopoderoso y eterno —fama y fortuna— que a trancas y barrancas va haciendo avanzar su creación y su obra (Págs. 371-372).

          Y cuando llegamos al final de la novela, cuando todo está concluyendo y la peripecia llega ya a su fin, el narrador escribe:

Cuando ya estamos llegando al final de esta historia, solo cabe pensar en ella, dedicarle la obra a ella, a ella, que tan bien sabe ser quien es, antes de que el tiempo apremie y desde la desmemoria le diga, rememorando a dos poetas que admiro —Dámaso Alonso y José Hierro—:

«Yo sé que te he querido mucho,
pero no recuerdo quién eres».

          Se cierra así el círculo, principio y fin conjuntados para siempre en la obra de arte.

29/11/17

Publicación de Compleméntum (Manifiesto)


          Y junto con Sinfonía de Praga, acompañando a la historia de Lieserl Einstein y de Meme, la espía israelí que se mueve como pez en el agua por Praga, el Compleméntum (Manifiesto) a Sinfonía de Praga, el credo o manifiesto en el que se sitúa la novela y que explicita el Ars Poetica por el que ha sido creada.



Publicación de Sinfonía de Praga






          Después de muchos años de mimo y dedicación a Sinfonía de Praga, al fin ve la luz en La Pajarita Roja Editores, una pequeña editorial castellonense, casi artesanal, pero muy cuidadosa de las obras que publica.

28/10/17

Parturiunt montes, nascetur…

         
          En el día de hoy, 28 de octubre de 2017, día en el que se celebra la creación del estado checoeslovaco (Den vzniku samostatného československého státu), nacieron Erasmo de Rótterdam y Ramón María del Valle-Inclán, y murió Rafael Alberti —¡qué buenos patronos han venido a acompañarnos!—, la historia que comenzó en Praga hace ya más de ocho años, el 8 de septiembre de 2009 —día en que se conmemora la muerte de Francisco de Quevedo—, quiere salir a la luz y dar sus primeros vagidos al encuentro con los lectores que tanto la están esperando…


23/10/17

Sinfonía de Praga


 
         Así hemos llegado a Sinfonía de Praga, una novela postmoderna, historia de escritura desatada e imitación compuesta. Historia de mistificación, nowwwela o nowebla, que es también una mesa de trucos, tapiz de diversos y bien entrelazados hilos y composición coral, al fin, si bien se lee

Historia de Lieserl Einstein, historia de realidades y ficciones entretejidas, de documentos y manuscritos, donde el presente más rabioso se entremezcla y explica a través de un pasado no tan lejano en el que Lieserl, bien emplazada en Praga, escribe y escribe. Lieserl escribe su Diario desde 1930 a 1945 y avanza, siempre Lieserl —atracción por los trenes—, a la búsqueda de lo que no ha de lograr.

Historia de Meme, mujer joven, de buen ver —tez morena y tersa curtida por el sol, media melena de pelo oscuro, falda corta, hermosas piernas largas, un collar de perlas cayéndole por entre los pechos—, la espía que se mueve como pez en el agua por la embajada israelí en Praga y que juega a un juego de mentiras y medias verdades —verdad engañosa, engaño a los ojos, o a la mente, donde el cielo azul que todos vemos ni es cielo ni es azul.

E historia también del Holocausto, cada vez más asfixiante, en un mundo de ruido y furia. Y de un Kafka casquivano y esquivo, mientras Max Brod y Otto Schödinger recorren la Praga milenaria y mágica en la que Lieserl escribe su Diario, cuenta historias de la época, narra sucesos y personajes de la época y, al escribir, se narra a sí misma y nos narra el mundo, el presente cambiante que le ha tocado vivir en la Europa bulliciosa y atropellada de los años 30 del siglo pasado, que va camino de la tragedia y de la guerra mundial que todo lo ha de trastocar.

En Sinfonía de Praga encontrarás también, si buscas y bien lees, todo lo que siempre quisiste saber sobre el arte de novelar, y tendrás ocasión de reflexionar sobre la poética de la novela y sobre el arte de hacer novelas en este tiempo.

22/10/17

Novela como obra de arte


          El novelista ha de ofrecer al lector un relato bien estructurado –“où tout se tient”–, una peripecia motivadora, una voluntad de estilo que cautive y una anagnórisis final que sorprenda y arrobe.

Pero aunque es justo y necesario que el creador de una obra de arte ofrezca eso, ha de ofrecer mucho más: Ha de ofrecer una cosmovisión poderosa que cree un nuevo mundo y que cree un nuevo lector y permita a este ser más, ser otro y distinto al del momento en que inició la lectura de la obra.

Obra dulce y útil, pues; obra para los lectores, múltiples y variados, para el lector presente y para el lector futuro, para todos ellos.

20/10/17

Poética de la novela, o el arte de hacer novelas en este tiempo


         
          Concebida como obra de arte, la novela en este tiempo, si quiere ser tal y como tal ser considerada –obra literaria y creación artística, al fin y sobre todo–, se ha de someter a las estrictas reglas de la poética o de la retórica de la novela, al arte de hacer novelas en este tiempo, parafraseando al bueno de Lope de Vega.

Sin embargo, todo autor que se precie –canon y contracanon–, a la vez que se somete a las estrictas reglas de la poética o de la retórica de la novela, al arte de hacer novelas en este tiempo, ha de promover también su ruptura y transgresión, que por la lógica de toda creación artística, han de ser violadas. Y más aún en los actuales tiempos de mediocridad plomiza, tiempos de vacua trivialidad, si es que no tiempos de posverdad y transvanguardia, como algunos dicen.

Sí, ya sé que en la novela que promovemos hay y tiene que haber artificio, que hay y tiene que haber invención, disposición y elocución, que hay y tiene que haber toma de decisiones –y decidir es cortar por lo sano todo lo mucho que no ha de estar para permitir que logre ser únicamente lo que tiene que ser.

Y sé también que hay y ha de haber, en fin, selección –y actos de reflexión, y actos de voluntad, y actos de resolución–, que ese es el arte de la novela y ese es el arte de novelar en este tiempo.

«La novela no examina la realidad, sino la existencia. Y la existencia no es lo que ya ha ocurrido, la existencia es el campo de las posibilidades humanas, todo lo que el hombre puede llegar a ser, todo aquello de lo que es capaz», señala acertadamente Milan Kundera en El arte de la novela.

Esta es la perspectiva desde la que concebimos la novela postmoderna, que es y ha de ser también mistificación, escritura desatada e imitación compuesta. La novela, nowwwela o nowebla que buscamos es y ha de ser finalmente una mesa de trucos, tapiz de diversos y bien entrelazados hilos y composición coral, al fin, si bien se lee.

Por ello la obra de arte que hoy día se presenta bajo el marbete de «novela» se adscribe a un género proteico y misceláneo por excelencia: En ella cabe todo, se presta a todo, incluso a cualquier capricho de un ser experimentado que se las sabe casi todas y quiere y desea nuevos goces, una vuelta de tuerca más en la serie literaria, en el canon concebido y conocido bajo el rótulo de novela.

La novela así entendida no ha de renunciar por ello a los sabios principios de la retórica clásica, «utile et dulce», o más propiamente «miscere utile dulci», como pide Horacio en Ad Pisones, enseñar deleitando; a la vez que es y ha de ser expresión estética de la ética humana (“Nulla aesthetica sine ethica”): Responsabilidad ética para analizar críticamente el pasado y críticamente comprometerse con el presente, corresponsabilidad ética con el mundo que hemos de dejar hacia el futuro.

19/10/17

Una historia a escribir: Sinfonía de Praga

        
          
          Si recién destinado a la embajada de España en la República Checa, en la inauguración de una exposición en el Instituto Cervantes de Praga, sin saber muy bien cómo, te encuentras hablando con una mujer joven, de buen ver —tez morena y tersa curtida por el sol, media melena de pelo oscuro, falda corta, hermosas piernas largas, un collar de perlas cayéndole por entre los pechos—, que parece llamarse Meme y es un sí es no es espía que se mueve como pez en el agua por la embajada de Israel en Praga.
Si a los pocos días Meme empieza a hacerte llegar a tu despacho sobres de tamaño mediano, de color hueso, cerrados y dirigidos a tu nombre y puesto de trabajo en la embajada de España, sin remite, logo o indicación alguna, y sin ningún rastro de franqueo o de haberse utilizado el servicio postal o cualquier otro sistema de mensajería. ¿Cómo puede Meme hacer llegar los sobres hasta el interior de la embajada, burlando los sofisticados sistemas de seguridad que tenemos establecidos? Y lo que es aún más sorprendente: ¿cómo puede ella controlar tus teléfonos y hasta lo que sucede en el interior de tu despacho o lo que allí hace tu secretaria?
Si a través de ese complejo juego de sobres y de medias verdades —verdad engañosa, engaño a los ojos, o a la mente, donde el cielo azul que todos vemos ni es cielo ni es azul— Meme te va llevando hasta el bueno de Albert Einstein, hasta el anillo de Otto Schödinger —¿qué será eso del anillo de Otto Schödinger?—, hasta Lieserl —la hija que Albert Einstein y Mileva Marić tuvieron cuando eran una pareja de jóvenes enamorados, antes de su matrimonio, a la que no reconocieron y que ha quedado oculta y desaparecida en las sombras de los tiempos— o hasta Max Brod, el amigo y albacea de Franz Kafka.
Si luego, en un nuevo sobre, recibes cuarenta hojas del Diario que la desaparecida Lieserl escribió a principios de los años treinta del pasado siglo en Praga, y poco después, en un sobre más a escena, recibes la Carta al padre que Lieserl le escribió a Albert Einstein, emulando la Carta que Kafka le escribió a su padre.
Si además te precias de ser escritor y de saber escribir, la epifanía es obligada: Tienes que escribir esa historia, tienes que dar a conocer al mundo la historia de Lieserl Einstein. Meme, la sin par Meme, te ha elegido a ti para que escribas la historia de Lieserl, una historia de realidades y ficciones entretejidas, de documentos y manuscritos, donde el presente más rabioso se entremezcla y explica a través de un pasado no tan lejano en el que Lieserl escribe y escribe, bien emplazada en Praga, Lieserl escribe su Diario desde 1930 a 1945 y avanza, siempre Lieserl —atracción por los trenes—, a la búsqueda de lo que no ha de lograr.
Tienes que escribir la historia del Holocausto, cada vez más asfixiante en un mundo de ruido y furia, y de un Kafka casquivano y esquivo, mientras Max Brod y Otto Schödinger recorren la Praga milenaria y mágica en la que Lieserl escribe su Diario, cuenta historias de la época, narra sucesos y personajes de la época y, al escribir, se narra a sí misma y nos narra el mundo, el presente cambiante que le ha tocado vivir en la Europa bulliciosa y atropellada de los años 30 del siglo pasado.
Tienes que escribir esa historia. Tienes que escribir Sinfonía de Praga.

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