23/6/19

Algunas verdades sobre Albert Einstein y Mileva Marić


En El País Semanal de hoy José Manuel Sánchez Ron le da cumplida réplica al artículo que publicó Rosa Montero en el mismo medio de comunicación y que dimos a conocer el pasado 2 de junio bajo el título de “Ella también, él también, ¿nosotros también?”.
Dejando de lado las relaciones personales entre Albert Einstein y Mileva Marić, en las que Albert no habría de salir tan bien parado, Sánchez Ron, desde su alta competencia científica y preciso conocimiento del asunto, deshace lo que en su día tipificamos como unas “cuantas verdades, aderezadas con unas cuantas inexactitudes y alguna leyenda urbana”.
En aquel momento escribíamos que sería bueno que todos fuéramos conscientes de que la realidad es poliédrica, multiforme, proteica y que da varias caras, según nos cuenta el narrador de esa novela que tú y yo sabemos.
Ahora Sánchez Ron viene a concluir: “El pasado es lo que fue, no lo que nos gustaría que hubiese sido”, o lo que a algunas autoras y feministas à la page les gustaría que hubiera sido.



17/6/19

Diario de Lieserl Einstein




          Si echamos la vista atrás, tal día como ayer, 16 de junio, cuando las sombras de la noche comenzaban a adueñarse de Praga veríamos a Lieserl Einstein, recién llegada a la ciudad, inclinada sobre la mesa, escribiendo su Diario: 


          
          16.VI 1930. El tren se detuvo suavemente en Hlavní nádraží, la estación central de trenes de Praga. Bajé el cristal de la ventana del compartimento, asomé la cabeza y divisé a Otto y a Max entre la multitud que se agolpaba en el andén. Les hice señas con la mano, agitando el brazo, a la vez que les llamaba a voz en grito. Tan pronto me vieron, me respondieron alborozados y comenzaron a acercarse trotando, abriéndose paso como dos esbeltos jinetes entre la multitud, manteniendo erguidas sus cabezas para que no les perdiera de vista entre la masa abigarrada de gente. Cuando lograron llegar hasta mi compartimento, a través de la ventana les fui dando mi equipaje –dos grandes maletas, una caja un poco desvencijada y un baúl de madera– y me quedé únicamente con mi bolso. Luego, con el porte de una reina, recorrí el pasillo para acercarme a la puerta. Quería bajar enseguida, abrazarlos y agradecerles su calurosa acogida.
          En ese momento el tren dio un brusco tirón, como el respingo de un animal que se encuentra en los estertores de la muerte, en sentido contrario a la marcha que habíamos traído, provocando diversos chillidos y gritos y haciendo caer a varias de las personas que nos apretujábamos en las proximidades de la puerta. Aunque me golpeé en la pierna derecha y me hice un pequeño corte en la frente, conseguí mantenerme a flote, salir rápidamente hacia la multitud que se apiñaba en el andén y fundirme en un abrazo con Max y con Otto.
          Fue entonces cuando un rumor recorrió la estación: Un guardagujas había sido atropellado al no percatarse del retroceso del tren, partiendo su cuerpo por la mitad. «¡Una muerte horrible!», decía una señora a mi lado. «Al contrario, señora; una muerte muy sencilla, casi instantánea», le replicó Max. Y Otto añadió musitando, como entre dientes: «Es un mal presagio». Cuando le miré, un poco sorprendida por su comentario, añadió: «Pero somos una familia feliz; o al menos lo parecemos; y en modo alguno una familia desdichada». En ese instante le entendí plenamente y capté todo el significado y las resonancias que tenían sus palabras. Otto, el bueno de Otto, el ser que es capaz de aunar en su sola persona lo mejor de la innovación y la ciencia junto con una gran sensibilidad para el mundo del arte y la literatura, Tolstói incluido.
          ¡Qué feliz me sentía, avanzando entre la multitud, con Otto y Max unas veces casi a mi vera, otras detrás de mí, llevando el baúl cogido entre los dos, con la caja, bamboleándose encima, y una pesada maleta cada uno en la mano que les quedaba libre! Y yo abriéndome paso, abriéndoles paso entre la abigarrada multitud, mar de olas a través del cual intentaba lograr un hueco suficiente como para poder acceder a la ciudad de mis sueños, a la Praga adorada, donde espero ser feliz y encontrar lo que estoy buscando.
          ¿Qué estoy buscando, Dios mío? ¿A quién estoy buscando en esta Praga –que no es Dublín ni es Moscú– un día como hoy, cuando ya el rubicundo Apolo ha tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, como habrá de escribir el sabio narrador que estos hechos ha de relatar en los venideros tiempos?



6/6/19

Teatro, el mundo es puro teatro




Y en esto llegó el escándalo a la Cuatrienal de Praga, según recogen los medios: Cataluña ha llevado el ‘procés’ al pabellón de España, que se ha inaugurado hoy en la capital checa.


Teatro, el mundo es puro teatro… …y fuegos artificiales, como aparece escrito en esa novela que tú y yo sabemos (Pág. 423):

«Y hubo más cosas también durante esta temporada, que no todo fue Meme –mi preciosa gitanilla cervantina, the woman with the red umbrella–, que también hubo teatro y espectáculo teatral. Aunque no pude acercarme al Festival Colours of Ostrava, como me habría gustado, para la première de Cardillac de Paul Hindemith en el Divadlo Antonína Dvořáka, tuve ocasión de acudir a varios de los eventos que se celebraron dentro de la Cuatrienal de Diseño y Espacio Escénico, que tuvo lugar en Praga durante las últimas semanas del mes de junio de 2011 –las propuestas más innovadoras de escenografía, diseño de vestuario, arquitectura escénica, iluminación y sonido de un gran número de países, mientras se reflexionaba sobre qué es el teatro aquí y ahora.


Y además de todo ello en la Cuatrienal me he dejado impresionar por cada pabellón nacional –teatro, el mundo es puro teatro... ...y fuegos artificiales–, por cada propuesta teatral postmoderna, por cada escenografía innovadora, por cada arquitectura original y vanguardista –teatro, el mundo es puro teatro... ...y fuegos artificiales–, así como por decenas de Talks, Performances, Events, Exhibitions, Presentations, Spectacles, Conferences, Happenings, Ceremonies, Film screenings, Installations, Projects, Workshops, Showrooms, Parties... Praga, durante los días del solsticio de verano, convertida en la capital mundial de la escenografía: teatro, el mundo es puro teatro... ...y fuegos artificiales... y Talks, Performances, Events, Exhibitions, Presentations, Spectacles, Conferences, Happenings, Ceremonies, Film screenings, Installations, Projects, Workshops, Showrooms, Parties... Teatro, el mundo es puro teatro... ...y fuegos artificiales».




2/6/19

Ella también, él también, ¿nosotros también?



En El País Semanal de hoy Rosa Montero, a partir de El Nobel y la corista de Nativel Preciado, reflexiona con ojos de hoy sobre las relaciones que tuvieron Mileva Marić y Albert Einstein, que no dejan en muy buen lugar al ser humano que fue Albert Einstein, al que se casó con Mileva y que tras dolorosísimos avatares y comportamientos despreciables terminó divorciándose de ella:

 https://elpais.com/elpais/2019/05/27/eps/1558955111_252877.html


A raíz de esas cuantas verdades, aderezadas con unas cuantas inexactitudes y alguna leyenda urbana, varios de mis amigos han entrado al trapo como lo ha hecho Felina Torrado, Diego Fandos, Charuca González Blanco, Esther Escorihuela, Carlos Enrique Cabrera, Ricardo Gutiérrez Ballarín, Eduardo Aguirre y tutti quanti.

Pero sería bueno que todos fuéramos conscientes de que la realidad es poliédrica, multiforme, proteica y que da varias caras, según nos cuenta el narrador de esa novela que tú y yo sabemos.

Albert y Mileva, que entre 1911 y 1912 viven en la calle Lesnická de Praga, en el barrio de Smíchov, a orillas del Moldava. Y allí Mileva ya no es feliz: consideraba que el agua era poco salubre, el aire estaba contaminado de hollín y los praguenses estaban estamentalizados en dos clases, o esnobistas y aficionados al lujo los unos, o serviles y rastreros los otros.

¿Y qué decir de Lieserl? La hija que Albert y Mileva tuvieron cuando todavía eran unos jóvenes solteros, intensamente enamorados: Nacida en 1902, en las proximidades de Novi Sad, a orillas del río Tisa, acude a Praga el 16 de junio de 1930, según nos detalla en su Diario, y en la ciudad checa permanece hasta finales de agosto de 1945.


Muy bien lo saben los lectores de Sinfonía de Praga, que han podido deleitarse con quince años del diario de Lieserl, en el que ella narra el mundo en que vive, «en el presente cambiante y siempre distinto que me toca vivir en esta Europa bulliciosa y atropellada, en esta Praga próxima y distante a un tiempo, que me tiene maravillada» (Págs. 163-164).

Después de leer la columna de Rosa Montero, a mi memoria han venido unos versos de Proverbios y cantares de Antonio Machado: «Se miente más de la cuenta / por falta de fantasía: / también la verdad se inventa».


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