25/5/25

¿Te apetece que nos veamos...?

 

¿Te apetece que nos veamos el viernes o el sábado en El Retiro madrileño? ¿O acaso prefieres el próximo lunes en París?

 

El viernes o el sábado, si te apetece, podemos vernos en la Feria del libro de Madrid (Caseta 344, del grupo editorial Sial Pigmalón): a partir de las 19h el 30 de mayo; a partir de las 13h el día 31 de mayo (Véase Invitación adjunta).



«Teatro, el mundo es puro teatro… ...y fuegos artificiales», aparece escrito en la Pág. 396 de «Los papeles de Walter Benjamin».

Aunque si lo que quieres es que nos veamos en París, el lunes 2 de junio a las 18h vamos a presentar «Los papeles de Walter Benjamin» en el Colegio de España (Véase https://www.colesp.org/events/presentacion-de-libro-47/).



El Colegio de España, ubicado en la Cité Internationale Universitaire de París, es un organismo dependiente del Gobierno español que acoge a profesores, investigadores, estudiantes universitarios y artistas, que cursan sus estudios, elaboran sus tesis doctorales, llevan a cabo sus trabajos de investigación o ejercen sus actividades artísticas en alguno de los centros superiores de París o la región de Île-de-France. Además de esta labor de alojamiento, el Colegio desarrolla una intensa labor de difusión de la cultura y las artes españolas, a través de conferencias, coloquios, seminarios, proyecciones de películas, recitales y conciertos, así como numerosas exposiciones dedicadas a las artes plásticas (Imágenes 2 y 3: Colegio de España).







En Madrid o en París, en el Parque de El Retiro o en la Cité Internationale Universitaire, pues, podremos reflexionar sobre «PdB», ese libro que, como bien sabes, contiene multitudes (parafraseando el verso del poema “Canto a mí mismo” de «Hojas de hierba» de Walt Whitman, el mismo verso que inspiró a Bob Dylan su canción “I contain multitudes” de 2020), esa novela que se asienta sobre los hombros de los muchos gigantes que nos han precedido.

Como bien sabes, «PdB» necesita del lector para ser ella y lograr ser todo lo que tiene que ser. Y es también escritura desatada e imitación compuesta, mesa de trucos, tapiz de diversos y bien entrelazados hilos –tela de varios y hermosos lazos tejida–, composición coral, al fin, si bien se lee.

Unos y otros habéis podido seguir de cerca «PdB», la segunda entrega de la trilogía «Constelaciones de Europa», que continúa lo que ya inició «Sinfonía de Praga» hace siete años, y que concluirá con «La alegría de vivir» en el futuro.

Si, como bien se sabe, hace falta toda una tribu o un pueblo entero para hacer crecer a un niño, tras más de siete años de trabajo abducido por el bueno de Walter Benjamin –que se ha ido convirtiendo en paradigma de la modernidad y en icono de nuestro tiempo–, han sido incontables los hombros que han sido necesarios para escribir «PdB», como bien han constatado ya lectores.

 «PdB», como bien saben los que se han acercado a la novela, es un proyecto literario que ofrece al lector un relato bien estructurado –où tout se tient–, una peripecia motivadora –hechos sorprendentes que conectan el pasado con el presente–, una voluntad de estilo que cautiva y una anagnórisis final que sorprende y arroba.

«PdB», como bien saben los que se han acercado a la novela, es un proyecto literario que ofrece al lector un relato bien estructurado –où tout se tient–, una peripecia motivadora –hechos sorprendentes que conectan el pasado con el presente–, una voluntad de estilo que cautiva y una anagnórisis final que sorprende y arroba.

Y aunque es justo y necesario que el creador de una obra literaria ofrezca esos cuatro elementos al lector, «PdB» ofrece también una cosmovisión poderosa que crea un nuevo mundo a la vez que propicia un nuevo lector y permite a este ser otro y distinto a aquel que era en el momento en que inició la lectura de la obra (Véase Pág. 195 y Contracubierta)-

«La literatura como expresión estética de la ética humana (Nulla aesthetica sine ethica): Responsabilidad ética para analizar críticamente el pasado y críticamente comprometerse con el presente; corresponsabilidad ética con el mundo que hemos de dejar hacia el futuro». (Véase Pág. 196) 

¿Quién narra? ¿Quién cuenta lo que se cuenta? ¿Desde qué perspectiva de narración? ¿A quién se lo cuenta?

Aunque he dudado mucho acerca de la perspectiva de narración para la novela, con múltiples intentos y ensayos, tal como se indica en el “Ante litteram”, el epígrafe que abre la propia obra, he concluido lo siguiente:

«Como el lector podrá comprobar, esta historia heterogénea, fragmentaria y compleja que se presenta bajo el marbete de Los papeles de Walter Benjamin es una novela ensayística, en la que su protagonista, Walter Benjamin, se desdobla como narrador por medio de un “tú”, esa segunda persona, que, aunque no muy frecuente en la literatura, tampoco es totalmente inusitada.

El narrador, que narra y se narra desde ese al que se apostrofa y se interpela, no deja de ser, sin embargo, un yo. Se propicia así y de este modo el desdoblamiento del protagonista, que se ve a sí mismo y puede ser visto simultáneamente desde fuera y desde dentro. Esa doble perspectiva le permite a Benjamin enjuiciarse a sí mismo, a la vez que enjuiciar, con razonable credibilidad y verosimilitud, los acontecimientos que le definen y circunscriben. ¿Quién mejor que el propio Walter Benjamin, el hombre de la mente portentosa, para describirse, narrarse y enjuiciarse, mientras le cuenta al lector hechos y fragmentos de su vida, intensamente vivida, durante las cuatro primeras décadas del siglo XX?» (Pág. 18).



De todo eso y mucho más (del escritor y su obra, de Walter Benjamin, de la poética de la novela en estos tiempos, de la perspectiva de narración en el relato, de la voluntad de estilo en la obra literaria, etc.) tendremos ocasión de hablar con los lectores, si te apetece y tenemos ocasión y tiempo, bien sea en el Retiro de Madrid o en el Colegio de España en París.

Uno es plenamente consciente, como se indica en la contracubierta de «PdB», de que «el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y llevamos la vida sobre el deseo que tenemos de vivir», las palabras que Miguel de Cervantes escribió el 19 de abril de 1616, en la dedicatoria que hizo a don Pedro Fernández de Castro, conde Lemos, de «Los trabajos de Persiles y Sigismunda», la obra que se publicaría póstumamente, ya que Cervantes murió tres días después de escribir esas sentidas palabras.

Mientras tanto, seguimos contando la verdad de la vida propia y hasta de la ajena, y podemos reiterar «cuídate y sé feliz, que lo demás no importa», según está escrito que Walter Benjamin escribió el domingo, 22 de septiembre de 1940, cuando se estaba despidiendo del Vieux-Port marsellés y ya se encaminaba al encuentro con la muerte, que le estaba esperando, cuatro días después, en Portbou.

 

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