28/2/21

Tacet

 

 

«Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen» [De lo que no se puede hablar, lo mejor es callarse]: Ludwig Wittgenstein: Tractatus logico–philosophicus (Epígrafe 141 de “Un mundo [libro] de citas”, de Memorabilia en Compleméntum: 186).

 

 

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Referencias a la muerte del arte, que ya están en Hegel (Lecciones de estética).

 

 

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White paintings de Robert Rauschenberg (que ya estaba en Kazimir Malevich); o algo de Jaspers Johns, con un poco de Black Mountain.

 

 

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«Y entonces no suena –arte del silencio, si es que no es silencio del arte–, porque no deja sonar 4’33’’, su pieza insonora, John Cage.

En este mundo desatado y confuso –tiempos de banalidad del bienestar, tiempos de mediocridad plomiza y hasta de vacua trivialidad–, qué difícil se hace mantener el tipo ante una obra como esta, presentada por Cage en 1952: composición en tres movimientos –de 30’’, 2’23’’ y 1’40’’, respectivamente, separados entre sí por una tapa de piano que se abre y una tapa de piano que se cierra–, donde en cuatro minutos y treinta y tres segundos precisamente cronometrados todo es silencio, todo es quietud e inmovilidad, toda la obra es silencio –donde todo el resto es silencio, el resto es solo silencio, silencio solo, para que el silencio de la obra creativa permita oír y escuchar otros silencios u otros sonidos u otros ruidos circundantes que nos envuelven y no se dejan habitualmente oír, arte del silencio convertido en silencio del arte.

Y la obra de arte va a más. ¿Hacia dónde? ¿Hasta dónde? Arte del silencio, silencio del arte. El arte que se niega a sí misma para ser de otro modo. ¿Dónde progresa la creación y acaba el arte? ¿Dónde la obra artística culmina para dejar de ser, o ser nada, para llegar a ser 0’00’’ –o la cosa que no es del reino de los Houyhnhnms–?» (Pág. 323 de esa novela que tú y yo sabemos)

 

 

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«Extraña e intensa sesión musical, con Dylan de aperitivo, que ha hermanado a La Monte Young, John Cage, Olivier Messiaen y Steve Reich. ¿Desacralización de la música clásica y del arte? ¿Progreso bajo nuevas formas? ¿Evolución? ¿Acaso una nueva poética del arte? Aunque se podría avanzar y llegar por mal camino a The Factory de Andy Warhol, donde toda mistificación reiterativa encuentra fácil reproducción y asiento, e ir más lejos, o más bajo... e incluir en el recorrido tanto ready-made –siguiendo, prosiguiendo o persiguiendo la estela de Duchamp, o de su urinario, más bien, que es una fuente que es un mingitorio que es una fuente..., y hasta un orinal– y a tipos como Damien Hirst o Jeff Koons... y seguir más abajo... ¿Se puede ir más abajo?» (Pág. 325).

 

 

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«…quién pudiera llegar a purificarse en Black Mountain, o la soledad y la tristeza infinitas de Hopper, qué difícil para las gatas caminar erguidas sobre un tejado de cinc caliente, con una pizquita de Rothko o de Lichtenstein y hasta de Motherwell, de Rauschenberg o de Jasper Johns, de Josef Albers o de Cy Twombly, y el clan Kennedy o los Rockefeller y tantos otros clanes y mafias haciendo de las suyas –como siempre han hecho–, una refrescante Coca-Cola y una gran hamburguesa con muchas patatas fritas para matar el hambre y pasar un rato, situados en frente, contemplando la Casa Blanca, o escuchar los ruidos y los silencios de John Cage o a Steve Reich; y así hasta el infinito... o casi» (Pág. 333).

 

 

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«¿Búsqueda? Acaso a la búsqueda de Walden Tres, o puede que de la no cosa que no es en la isla de los Houyhnhnms –si es que no en Venusberg o en Hörselberg; o hasta en Erewhon o en Camelot o en la isla de Avalon– tras un período de purificación en Black Mountain a la búsqueda del Grial» (Pág. 458).

 

 

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«…el Coronel me retuvo con el brazo para decirme que le había dado una vuelta más al John Cage ese, mientras se aburría en Bratislava, y que no era un mal tipo ese Cage; que le habían sorprendido su Lecture in Nothing o sus inventos de happenings y performances en Black Mountain; que había podido ver en internet algo de la exposición que había montado el MACBA de Barcelona en 2009 bajo el título de La anarquía del silencio y le había resultado interesante; que hasta podía entender alguna de sus ideas sobre el ruido y la música, lo que no era capaz de lograr con el Schoenberg dodecafónico, según precisó; pero que con 4’33’’ no podía, por no decir ya nada de 0’00’’; o que el vídeo que había encontrado en YouTube con la intervención de Cage en un programa de televisión en 1960 llamado I’ve got a Secret y su interpretación de Water Walk en el plató televisivo, cronómetro en mano, le había resultado simpático, pero no así los mesósticos de Roaratorio sobre el Finnegans Wake de Joyce, de los que no tenía ni pajolera idea y en los que se perdía absolutamente sin entender ni papa» (Pág. 507).

 

 

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«La Orquesta Agon, dirigida por Petr Kofroň, comenzó con Brian Eno: Discreet Music (Resonido de fondo, zumbante; ritmos cambiantes a primer plano –la orquesta dividida en subgrupos, repartidos por todo el museo, convertido para la ocasión en un único espacio escénico–). Y siguió con John Cage: Water Walk (Aleatoriedad del sonido –y mucha agua– llevado a primer plano; original partitura, con la composición musical avanzando lentamente a través de la pantalla), Root of an Unfocus (Búsqueda del eco –que no se encuentra– a través de un resonar ritmado) y And the Earth Shall Bear Again (Armonía rítmica que viene y va, que nos acoge y se destruye, una y otra vez, siempre recomenzando).

El programa incluyó asimismo a Michal Nejtek: Not I (–Estreno mundial– Sonidos que fluyen y permanecen, entregándose a un ritmo que busca armonías disarmónicas), la composición Imaginary Landscape No. 4 de John Cage (Paisaje de microsonidos cambiantes a un ritmo de 4/4, sintonemas que llegan sincopados y que el cerebro no consigue desentrañar, por más que lo intenta), así como a Frank Zappa: Revised Music for Low-Budget Orchestra (Estructura de ritmo que se medio mantiene, donde diversos sonidos –a veces callejeros, a veces de aire popular y festivo– adensan disarmonías), a Petr Kofroň: Imaginary Symphony (Imaginární symfonie) (Estreno mundial Composición armónica que se sustenta en la batería en primer plano, marcando el ritmo, hasta alcanzar una sintonía que se hace aprehensible), a David Lang: Pierced (Frase reiterativamente rítmica e inarmónica, que sufre pequeñas variaciones, y que a base de iteraciones se hace comprensiblemente armónica o armónicamente comprensible), y, finalmente, a Ivan Acher: Iz iz am am dž i t'ing (–Estreno mundial Tirachinas arrojando bolas a un piano arreglado; voz del recitador elevada al primer plano; grabaciones que se incorporan sincopadas y a buen ritmo. Calla la palabra y llegan los instrumentos, para, finalmente, volver la palabra grabada, semicantada» esta vez) (Págs. 497498).

 

 

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«A la búsqueda del silencio (Homenaje a John Cage). Para escuchar el verdadero sonido, el ruido –que no la furia–: No more music, no more radio, no TV, but writing, just writing. Palabra, la sola palabra; dejar que la palabra llegue y fluya libre, sin resonancia alguna, natural, incontaminada, la palabra sola» (Pág. 509).

 

 

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John Cage: 4’33’’

-     En un mundo desatado, una composición de 1952, pieza insonora, en tres movimientos –de 30’’, 2’23’’ y 1’40’’, respectivamente, bien cronometrados, separados entre sí por una tapa de piano que se abre y una tapa de piano que se cierra–, donde en cuatro y treinta y tres segundos precisamente cronometrados todo es silencio, todo es quietud e inmovilidad, todo la obra es silencio –donde todo el resto es silencio, el resto es solo silencio, silencio solo, para que el silencio de la obra creativa permita oír y escuchar otros silencios u otros sonidos u otros ruidos circundantes que nos envuelven y no se dejan habitualmente oír, arte del silencio convertido en silencio del arte.

-     Y la obra va a más. ¿Hacia dónde? ¿Hasta dónde? Arte del silencio, silencio del arte. El arte que se niega a sí misma para ser de otro modo. ¿Dónde progresa tanto la creación que acaba el arte? ¿Dónde la obra culmina para dejar de ser, o ser nada, para llegar a ser 0’00’’ –o la cosa que no es del reino de los Houyhnhnms–? (Epígrafe 17 de “Músicas”, de Bacstage en Compleméntum: 145).

 

 

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«No subject

No image

No taste

No object

No beauty

No message».

Escribe John Cage sobre las White paintings de Rauschenberg; y al escribir se escribe a sí mismo y escribe el arte contemporáneo que va a la búsqueda de algo ignoto o desconocido, hacia la creación absoluta o puede que hacia ninguna parte (Epígrafe 77 de “Un mundo [libro] de citas”, de Memorabilia en Compleméntum: 174)

 

 

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De nobis ipsis silemus. De re autem, quae agitur… (viene de Bacon y abre la Crítica de la razón pura de Kant): Callemos acerca de nosotros mismos, pues de lo que se trata es de la cosa…

 

 

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Y mientras tanto, Javier Cercas declara que “he abandonado la novela sin ficción, la autoficción, que practiqué a espuertas” (Babelia, El País: 27 de febrero de 2021); el rey emérito, Juan Carlos I, expatriado en Emiratos Árabes Unidos, ha pagado a la Agencia Tributaria una nueva regularización fiscal de 4.395.901,96 euros por rentas no declaradas durante varios ejercicios, que suman más de ocho millones de euros de pagos en especie; el último gran poeta de la generación Beat, Lawrence Ferlinghetti, que impulsó el movimiento contracultural en los Estados Unidos en los años 50, ha muerto a los 101 años; el presidente de USA, Joe Biden, ordena su primer ataque militar y bombardea a milicias proiraquíes en Siria; la incidencia acumulada por el coronavirus Covid-19 los últimos catorce días en esta Comunidad de Madrid de la ínclita Isabel Díaz Ayuso es de 305,7 casos por cien mil habitantes, la más alta de todas las Comunidades españolas, que la mantiene en riesgo extremo.

 

 

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Y tú te entretienes con El canto de las sirenas; Poeta en Madrid; La luz en su ausencia; Calle de sentido único; Poeta chileno; Espejos de la nada; Infancia berlinesa hacia mil novecientos; Un verdor terrible; Sontag; Cuando Einstein encontró a Kafka; Ensayos; Walter Benjamin. Una vida crítica; Atlas Mnemosyne; Madrid. Vida y obra; The bright book of life; Beethoven. Tormento y triunfo; Filosofía y consuelo de la música; Las armas y las letras; Música, solo música; Un pueblo traicionado; El final del affaire; Decreación; Poemas impersonales, y tantas otras obras como vienen a acompañarte.

 

 

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Y mientras… ¿The New Yorker qué dice? ¿Hacia dónde apunta The New York Review of Books?

 

 

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¡Cuánta palabra para reclamar silencio!

 


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