Después
de tantos años gratificantes entregado al servicio público de la educación (45
años, 3 meses y 7 días para ser exactos: la certificación de servicios de la Administración
educativa que me acaba de llegar no miente; los 35 últimos años como Inspector
de Educación), ha llegado el momento de anunciar un «hasta luego», ya que, tras
las vacaciones navideñas, quedaré felizmente jubilado.
Uno es bien
consciente, parafraseando los versos del “Segundo Cuarteto” (East Coker)
de T. S. Eliot, de que en el principio está nuestro fin, en el fin está nuestro
principio, de que hay un tiempo para edificar, un tiempo para vivir y engendrar
y un tiempo para que el viento rompa el quicio del ventanal.
Y llevaré
siempre conmigo tus mejores deseos: Espero que el sol de primavera me ilumine
todas las mañanas, que las lluvias de junio me rejuvenezcan y que pueda coger
todos los frutos que me depare el otoño, en esta etapa tan gratificante y
hermosa que muy pronto iniciaré.
Un
fuerte abrazo agradecido por todo lo habido; y permíteme que te diga: «Cuídate
y sé feliz, que lo demás no importa», según escribió Walter Benjamin el
domingo, 22 de septiembre de 1940, cuando se estaba despidiendo del Vieux-Port
marsellés y ya se encaminaba al encuentro con la muerte, que le estaba
esperando, cuatro días después, en Portbou (Pág. 214 de Los papeles de
Walter Benjamin).