19/11/25

Inspección de Educación

 


Después de más de 35 años entregados a la Inspección de Educación, FB me recuerda hoy nuestra activa participación hace justo tres años como presidente de ADIDE-Madrid en el Congreso Estatal de la Asociación de Inspectores de Educación (ADIDE), reflexionando en Valencia sobre «Una supervisión eficaz, una inspección competencial».







¡Grato recuerdo; sí, señor! Pero mañana nos sentiremos igualmente felices participando en las Jornadas de ADIDE-Madrid sobre «Los retos de la internacionalización de la Inspección educativa», que es uno de los retos que hemos de abordar hacia el futuro.



Ahora, como entonces: Aprendiendo de los demás, compartiendo y departiendo con Inspectores e Inspectoras de toda España, en unas Jornadas que serán satisfactorias y muy gratificantes.

 

 

5/11/25

45 años, 3 meses y 7 días

  

Después de tantos años gratificantes entregado al servicio público de la educación (45 años, 3 meses y 7 días para ser exactos: la certificación de servicios de la Administración educativa que me acaba de llegar no miente; los 37 últimos años como Inspector de Educación), ha llegado el momento de anunciar un «hasta luego», ya que, tras las vacaciones navideñas, quedaré felizmente jubilado.

Uno es bien consciente, parafraseando los versos del “Segundo Cuarteto” (East Coker) de T. S. Eliot, de que en el principio está nuestro fin, en el fin está nuestro principio, de que hay un tiempo para edificar, un tiempo para vivir y engendrar y un tiempo para que el viento rompa el quicio del ventanal.

Y llevaré siempre conmigo tus mejores deseos: Espero que el sol de primavera me ilumine todas las mañanas, que las lluvias de junio me rejuvenezcan y que pueda coger todos los frutos que me depare el otoño, en esta etapa tan gratificante y hermosa que muy pronto iniciaré.

Un fuerte abrazo agradecido por todo lo habido; y permíteme que te diga: «Cuídate y sé feliz, que lo demás no importa», según escribió Walter Benjamin el domingo, 22 de septiembre de 1940, cuando se estaba despidiendo del Vieux-Port marsellés y ya se encaminaba al encuentro con la muerte, que le estaba esperando, cuatro días después, en Portbou (Pág. 214 de Los papeles de Walter Benjamin).

 

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