Son muchas las palabras
y expresiones que cobran un peculiar significado y alcance en "Sinfonía de Praga" —y que a
veces se reiteran, una y otra vez, y una vez más—, que un buen lector podrá
buscar, examinar e intentar desentrañar.
A título de ejemplo, te
animo a hacer la búsqueda y el seguimiento de algunas de ellas: principio y fin; fuese, y no hubo nada; la de los ojos azules de cuento de hadas; trenes que van hacia el este; ruido y furia; espaguetis —aunque bien pudiera ser un estruendo de platos y de copas hechos añicos, al que tendrás que
seguir la pista en La
noche que empezó viernes y acabó sábado—; el romance, que fue tan sublime; mesa de trucos; ni es cielo ni es azul; guardagujas; gitanilla; dos rosas blancas;
al remo condenado; colapsor de
forsterita; paraíso cerrado; puesto
ya el pie en el estribo; un beso
breve y casto en la mejilla; ¿acaso...?;
atracción por los trenes; Referat N;
o quien busca, encuentra.
Y ya puestos a ello, si
voluntad tienes, te invito a continuar:
ü
Anna zítra restaurace
Čáslav
—Anna, muchas Annas, acaso demasiadas Annas, que confunden y se confunden en
esta historia.
ü
O
cómo hoy he pecado o pecar se transmuta y se transforma —sin
remordimiento alguno— en hacerlo, en
un gozoso, gratificante, sabrosísimo y celebratorio hacerlo.
ü
O
paraguas rojo —aunque puede aparecer
encubierto en otras expresiones, bien temperadas, como a woman with a red umbrella,
the woman with a red umbrella o hasta
the woman with the red umbrela.
ü
O
carmen praguense de jardines abiertos de
Na Ořechovce.
ü
O Ay, Auschwitz,
Auschwitz
—sin dejar de lado el Jardín cerrado de Emilio Prados, que
iluminó la visita a Auschwitz: el rincón de la sangre, donde, tan chico, crece el
almoraduj y... ¡cómo huele!
ü
O
de la novela el decálogo, que mucho
te permitirá aprender, si bien lo analizas.
ü
O
la poética de la novela —o su
transgresión, aunque apoyándose en el Arte
nuevo de hacer comedias en este tiempo del gran Lope en algunos casos.
ü
Y
también podrás buscar a John Cage, y muy especialmente su 4’33’’, que mucho ha dado de sí en esta obra.
ü
O
cuándo y cómo llega Lieserl a la lengua española; que a ella llega, te lo
aseguro, que Lieserl es mucha Lieserl, que es capaz de eso y de mucho más.
ü
O
por qué hay un sí es no es entre Praga, Dublín y Moscú en la primera entrada
del Diario de Lieserl (16 de junio de 1930) que habrás de descubrir.
ü
O
en esa misma entrada que abre el Diario tanto se trasciende —con alguna ironía
incluida— que se llega hasta el rubicundo
Apolo de Don Quijote de la Mancha.
ü
¿Quiénes
son, por cierto, los dos poetas que aparecen mencionados en la dedicatoria de
la novela y que acaso ayuden a entender por qué escribe tanto quien tanto
escribe: «Yo sé que te he querido mucho,
/ pero no recuerdo quién eres»? ¿Y
cuál es el origen de esos dos versos?
ü
Aunque
acaso haya que buscar también un vacío que se agranda en el corazón del
narrador cuando recibe el último sms
de Meme: Y recordé, una vez más, aquellos
tiempos que prometían ser, ¡ay!, tan felices, y el romance, tan sublime, que
había llegado, parece que definitivamente ya, a su fin; ¿o acaso...? Aunque tenía entre manos una novela, una obra de
arte que concluir: ese sería mi mejor homenaje y recuerdo de ella, ese sería mi
mejor tributo para hacer que lo que hubiera existido permaneciera indeleble y
continuara eternamente en el tiempo.
ü
Y
puestos a buscar, acaso encuentres americio
(Am) donde no debiera haberlo, o puede que fuera annio (An) o más bien prahio
(Prh o Ph) o pragio (Prg o Pg).
ü
O
establecer contrastes y míticas resonancias literarias entre la familia feliz —todas las familias
felices se parecen— y la familia desdichada —que lo son cada una a su
manera.
ü
¿Y
qué del exergo paratextual que se sitúa al inicio de la novela y que vuelve a
aparecer al cierre de la misma?
ü
Alguna reflexión
interesante sobre la teoría de la novela encontrarás en el Diario de Lieserl
(Agosto de 1930), que abre un ciclo interminable, un bucle, una caja de pandora, o puede que una
novela proteica y miscelánea.
ü
¿Por
qué la ninfa polaca, bella actriz, sirena varsoviana que aparece
en nuestra historia —precioso cuerpo y
boca y ojos y labios, preciosas sus tetitas, como dos naranjitas, precioso su
culito, como un quesito, preciosa toda, como para comerla; aunque con demasiado
alcohol en el cuerpo de ella y me temo que también en el mío—, va, como
todas las sirenas varsovianas, esbeltamente
armada, espada en alto?
ü
Aunque si quieres sexo
—naturalmente animal, animalmente natural—, puedes leer cómo practican sexo los
leones, los perros o las ballenas, que tendrás mucho que mirar, mucha cópula
placentera y gozosa que admirar. Aunque más que de la práctica del sexo —no te
equivoques, que hay que distinguir entre telling
y showing—, podrás aprender acerca de
la esforzada lucha de cada macho por garantizar su perpetuación y transmitir
sus propios genes a la posteridad. ¿Lo hacemos así los seres humanos?
¿Acaso...?
ü
O
si más sexo quieres, a lo mejor puedes buscar cuál sea la relación
entre el Paraíso cerrado para muchos,
jardines abiertos para pocos de Pedro Soto de Rojas y el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo
del gran Lope de Vega —Quaerendo
invenietis: quien busca, encuentra; a quien llama, se le abre.
ü
Aunque también podrías buscar
las dos peregrinaciones que hace nuestro narrador por el Museo Judío de Praga
—una el 11 de julio de 2012, otra algo más de un año antes— y analizar cómo da
cuenta y razón con parecidas palabras de una y otra.
ü
¿Cuál
es la lógica, la razón —o la sinrazón— para que Lieserl quiera llamarse Sara,
que la llamen Sara: Me llamo Sara, quiero
llamarme Sara, quiero que me llamen Sara, sin más, a secas, ya que no puedo
llamarme Israel?
ü
¿Entregó
Lieserl su Diario a Max Brod?
ü
Hay
constancia de tres robos en el apartamento 1 del número 23 de la calle Spinoza
de Tel Aviv, donde se guarda una buena parte de la herencia Brod. ¿Tiene,
acaso, ello algo que ver con Meme? ¿O con nuestro narrador, que parece que por
aquellos parajes merodeaba cuando alguno de esos robos se produjo?
ü
La
Carta al padre de Lieserl emula, sin
duda alguna, y parafrasea la Carta al
padre de Kafka. Aunque con sentimientos opuestos —yo afirmo que no te tengo miedo, escribe ella, por contraste a lo
que había escrito Kafka—, ambas cartas parecen acoger propósitos similares
—hacer a ambos y a sus respectivos padres más llevadero el vivir y el morir—,
propósito que se expresa en el cierre de la Carta
de Kafka y que aparece al inicio de la Carta
de Lieserl. Y si quieres ir más lejos en el análisis entre las dos Cartas puedes intentarlo. Te invito, por
ejemplo, a que analices la referencia que se hace al mapamundi en ambas y la diferente postura que toma al respecto cada
uno de los dos autores.
ü
O
que analices y busques la lógica —que alguna ha de haber: Meme nunca da puntada
sin hilo o a destiempo, nunca pierde ocasión de comunicar algo sin decir nada—
para que Meme una noche de gloria pida a nuestro narrador que tras el
recopilatorio de abba, ponga en la
cadena de música de su casa un disco de piezas de piano de Erik Satie y que
deje preparada la Sinfonía n.º 4 de
Chaikovski y el Concierto para piano n.º
2 de Rachmaninov, así como Preludio a
la siesta de un fauno, de Claude Debussy.
ü
Juego
de premoniciones. En la primera entrada del Diario de Lieserl (16 de junio de
1930) se inicia un juego de premoniciones y se anuncian destinos trágicos, con
una expresa referencia a la frase que abre la novela Anna Karénina de Tolstói y al desgraciado accidente que sucede en
la estación de tren cuando la protagonista de la novela llega a Moscú.
Ese juego premonitorio
continúa en la anotación del 14 de julio de 1943, que recoge el sueño que ha
tenido Otto Schödinger y en el que se le pronostica su propia muerte en Dresde
en una fecha determinada, un año y siete meses después —con reminiscencias
varias de lo sucedido al mítico Alejandro Magno.
Y el juego de
premoniciones concluye finalmente en las últimas líneas de la última anotación
del Diario de Lieserl en 1945: Atracción
por los trenes, atracción por las ruedas de los trenes, que giran y giran sin
parar en una sinfonía sin fin, malos presagios que el bueno de Otto captó
enseguida cuando el tren se detuvo en Hlavní nádraží de Praga hace ya quince
años, presagios que acaso le fueran dirigidos más a él que a mí —pues en Dresde
él encontró lo que no buscaba cuando buscaba a su hermana melliza Ruth—: Cierre
del círculo, historia que habrá tenido un principio bien conocido o ignoto, que
ya casi no se puede vislumbrar, pero que desde luego tiene un fin, abrupto, que
ya ha llegado.
Última anotación del
Diario de Lieserl que coincide, fatalmente, con el final de la propia novela,
setenta páginas después: ...de manera
que, lograda su finalidad y plenamente realizada, encuentre su final, principio
y fin —intentio operis— finalmente conjuntados, que ya ha llegado.
ü
Y
te ruego que no pienses en un elefante blanco —y menos aún en un cisne negro—;
solo piensa, piensa solo en Albert Einstein.
Aunque en algún punto
habrá que detener este círculo infinito, este bucle, esta
caja de pandora —o puede que novela proteica y miscelánea—; en algún momento
habrá que detener esta mesa de trucos, porque si no entraríamos en una mise en abîme que podría engullirnos a
todos —lectores incluidos—, ya que recrearíamos toda la obra a escala 1:1
—siguiendo a «Museo. Del rigor en la Ciencia» de El hacedor de Borges—, para volver a recrear la obra toda, para
nuevamente recrearla... (y así ad
infinitum), si es que no nos veíamos abocados a llegar a la escala 10:1,
que podría ser sumamente interesante y deleitoso.
Del “Prospecto” de Sinfonía de Praga
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