«Toda historia tiene un principio y un fin, aunque
para ello es necesaria la participación de un narrador o autor y de un receptor
o lector.
Así pues, para comenzar por el principio, les diré
que esta historia se inició en Praga el martes 8 de septiembre de 2009, a las
18.00 horas, una tarde calurosa en la que estaba invitado a la inauguración en
el Instituto Cervantes de la exposición Colores
de la selva, promovida por la embajada de la República Bolivariana de
Venezuela en la República Checa».
Así comienza la novela
—y, como bien sabes, el inicio de una obra es importante, extraordinariamente
importante, y una de las decisiones de mayor trascendencia que ha de tomar su
autor—. Permíteme solo que te recomiende que te quedes con las palabras principio y fin, y que escrutes en tu mente por los posibles significados y la
polisemia que ambas palabras tienen en español, así como que valores todos los
datos que se aportan en el inicio de la novela (¿Por qué el autor entendió que
ese era o debía ser el comienzo del relato? ¿A qué tanta precisión en el día de
la semana, la fecha, el lugar, la hora, la situación?); o que analices quién
cuenta la historia y a quién, o desde qué punto en el tiempo se cuenta y se
relata la historia, o cuál sea la perspectiva de la narración.
«Aunque desde otras perspectivas, como más tarde se
verá si bien se lee, podría ser adecuado indicar que esta historia empezó acaso
el 27 de enero de 1902 a la orilla del Danubio en algún lugar de lo que hoy es
Serbia, o el 16 de junio de 1930 en Hlavní
nádraží, la estación central de trenes de Praga, o puede que en 1968 en
Tel Aviv; o incluso habría que señalar que la novela propiamente no habría de
iniciarse hasta la epifanía sobrevenida el 13 de enero de 2010».
A partir de ahí es
posible plantearte otras muchas preguntas, que un avezado lector como tú habrá
de descubrir.
¿Por qué razón la
historia de la novela puede iniciarse el 27 de enero de 1902 a la orilla del
Danubio en algún lugar de Serbia —y que había sido anteriormente, entre otras
muchas cosas, Reino de Hungría—? ¿Acaso nuestra historia ha de acoger a algún
ser singular nacido a la vera de un río —aunque no sea el Nilo o el Tormes ni
se trate de Amadís de Gaula—?
¿O por qué el 16 de
junio de 1930 en Hlavní nádraží
de Praga —un señalado día de junio en el calendario de las efemérides
literarias—?
¿O en 1968 en Tel Aviv?
[Aunque me temo que para intentar buscar alguna hipótesis para esta pregunta te
va a tocar bucear en el Compleméntum
(Manifiesto) y buscar, acaso, una madre que cuente con 36 años y un padre
que la doble en edad y haya superado los 83]
¿O, por qué,
finalmente, se puede precisar que la novela propiamente no habría de iniciarse
hasta el 13 de enero de 2010?
Son preguntas que se
dirigen al lector: Estoy bien seguro de que tú sabrás encontrar respuesta a
tanto acertijo o enigma —por más que para ello te va a tocar leer despacio, con
atención y cautela, y me temo que asimismo vas a tener que buscar e investigar
un poco.
Y permíteme la última
pregunta de esta serie: Si el autor podría haber elegido comenzar su relato
desde cada uno de esos cinco momentos de la historia —o de la novela, que viene
a ser lo mismo—, ¿por qué eligió el momento que eligió y no cualquiera de los
otros cuatro, que, bien seguro, hubieran dado lugar a otras historias, tan
distintas, a otras novelas, tan diferentes?
Del
"Prospecto" de Sinfonía de Praga
No hay comentarios:
Publicar un comentario