9/1/18

Título de la obra


El título de una obra es o puede ser, según los viejos principios de los formalistas rusos, el archilexema del texto, que ha de integrar el archisemema que resume y recoge el contenido del relato. Pero, por lo mismo —extrañamiento como principio generador de la literariedad—, también puede apartarse de la norma, desviándose de ella, e incluso enfrentarse radicalmente a ella y trasgredirla —¿Dónde está? ¡Que salga ya! ¡Queremos ver en escena a la cantante calva que se nos ha anunciado! (¿Quién será, por cierto, esa cantante calva? A ti te toca investigarlo, si es que no lo sabías).


Esta obra, al principio de su creación, fue definida y titulada por su autor como Novela, porque esa era la mejor forma de no–definirse, entendiendo que en ella, adscrita a un género proteico y misceláneo por excelencia, cogía todo, se prestaba a todo.

Más tarde se definió con más precisión y fue La parte de Lieserl, dando el protagonismo a quien lo tenía y le correspondía, e insertándose muy bien en la serie literaria: Desde las partes en que se publicaban las obras dramáticas del Siglo de Oro —siempre Lope in mente—, hasta, en otro sentido, Mourad y su princesa muerta o las partes heterogéneas y complementarias de 2666 de Bolaño y muy especialmente Á la recherche du temps perdu —ya sea por la parte de Swann o por la parte de Guermantes.

Y luego pudo haber sido Diario de Lieserl; o Encuentro en Praga; o Dios, el Viejo, no juega a los dados; o Realidad en fábula; o Ni es cielo ni es azul; o Escila y Caribdis; o Muerte y destrucción; o El resto es silencio; o PRG, tomando la parte por el todo. Pero pasó a ser Ruido y furia, con Faulkner en el horizonte, pero especialmente con Shakespeare —Macbeth, V, v— en lontananza, recordando «life is... a tale... full of sound and fury, signifying nothing». Para ser casi finalmente, a la búsqueda de su pleno ser, lo que no podía dejar de ser: Sin título —Novela—. [Para saber más, véase Compleméntum (Manifiesto). Taller. 1.3 Título]

Y a la hora de determinar el título —con eufonía, con mnemotecnia, con propiedad y adecuación, generando ansiedad por la lectura a la vez que anticipando el contenido de la obra—, han ido apareciendo bastantes más de doscientos títulos, para al final ser —bien es verdad que con la ayuda de la sin par Meme— lo que tenía que ser y durante tanto tiempo se estuvo buscando: Sinfonía de Praga.


Del "Prospecto" de Sinfonía de Praga




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