31/3/18

Johann Sebastian Bach



          Tal día como hoy, 31 de marzo, en la localidad de Eisenach, en 1685, nació el príncipe de los músicos, a quien tanto admiramos.

          Como bien saben los lectores, en Sinfonía de Praga se escucha mucha música —veinticinco composiciones y muchos conciertos, que irán acompañando la lectura.

          Incluso se propone hacer acompañar la novela de un artefacto o procedimiento en el que se integren las diversas composiciones musicales que se escuchan, y, por ello, se hacen oír en la historia, posibilitando así la lectura de la misma mientras, sin solución de continuidad, suenan esas músicas —si es que no se escuchan las 1120 composiciones integradas en las Obras Completas —Gesamtwerk— de Johann Sebastian Bach, que podría ser una magnífica decisión.




          Y si tuviéramos que elegir, no estaría mal comenzar por la Ofrenda Musical a Federico II de Prusia (Musikalisches Opfer, bwv 1079) o por Brandenburgische Konzerte, bwv 1046–1051, proseguir por las cuarenta y ocho composiciones, celestiales estéticamente a la vez que matemáticamente perfectas, de preludios y de fugas en tonos mayores y menores con sus doce escalas —do mayor, do menor, do sostenido mayor, do sostenido menor, y así sucesivamente—, de afinación bien temperada, de Das Wohltemperierte Klavier, bwv 846–893, deleitarse con la Suite para orquesta n.º 3, en re mayor, bwv 1068, y concluir con una Sonata, a escoger libremente, después de haberse deleitado con Goldberg Variationen, bwv 988, y, por ejemplo, con el aria Buß und Reu de St. Matthew Passion, bwv 244, o con la composición coral Jesu bleibet meine Freude, que cierra la cantata Herz und Mund und Tat und Leben, bwv 147, y con la Tocata y fuga, en re menor para órgano (bwv 565), oída a buen volumen, o con uno de los conciertos para violín (Violinkonzerte, bwv 1041, 1042, 1052, 1056 o 1064).


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