Ese magnífico profesor que es José Manuel Querol acaba de
publicar en “El Cuaderno”, extraordinario cuaderno digital de cutura, una ingeniosa
reseña sobre Sinfonía de Praga (https://elcuadernodigital.com/2018/02/15/la-ciudad-matrioska-la-novela-matrioska/).
El profesor Querol considera a “Sinfonía de Praga” como una novela postmoderna que
dinamita la teoría de los géneros narrativos, un objeto artístico, «un
rizoma ciudadano, un cúmulo de laberintos narrativos y estilísticos, pero
también gnoseológicos, por los que poder perdernos al tiempo que nos acoge la
cuidad de Praga, contexto, actante y, diría, hasta protagonista, del texto.
Tiempo y espacio, un modelo einsteiniano de arte que concilia el proceso
creador, la estructura del objeto y el tema (su tópico nuclear) explicando la
Teoría de la Relatividad con la vida humana».
Aunque os invito a leer la reseña completa, resaltaré un
par de fragmentos de la misma:
«Un rizoma
de interconexiones [...] en el que nada es estable, todo es cambiante, mutable,
y el lector se ve arrastrado a transitar por cada una de las vidas que parecen
concentrarse sobre las calles de Praga, sobre el laberinto físico de sus
puentes, del barrio judío, de las salas de conciertos; vidas amontonadas en
segmentos de tiempo diferentes sobre el mismo adoquín mientras tiempo y espacio
se pliegan para reunir a todas esas vidas que deambulan por la ciudad con rumbo
incierto».
«El problema ( y la virtud) de esta narración
no está en el texto, el problema (y su virtud) está en nuestra debilidad como
lectores cuando pretendemos hacer un dogma del principio aquel de literatura y
vida de Goethe, cuando,
al final, la verdad y la mentira son como un gato al que Schrödinger hubiera
encerrado en una caja, y al final puede que todo sea a la vez una cosa y la
contraria, mentira y verdad, gato muerto y gato vivo, de lo que en última instancia
sólo puede uno decir que merece la pena leer el texto sin pensar en el gato, y
disfrutar de una historia nueva, diferente a lo que encontramos en el panorama
editorial español, tan centrado en el propio ombligo histórico de nuestra
tragedia civil, tan provinciano que le da miedo ser europeo y salir a la
geografía y a la Historia de la que somos periferia, leer la novela y descubrir
que la narración sentimental no tiene nada que ver con la educación sentimental
y que un modo de narrar diferente es posible para atrapar a todo tipo de
lectores (o casi todo tipo de lectores)».
Muchas gracias, José Manuel Querol, por permitirnos
seguir reflexionando y aprendiendo de tu sabia pluma y obligar a este autor a
contrastar unan vez más el arte de hacer novelas en este tiempo con la práctica
que se manifiesta en “Sinfonía de Praga”.
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