31/5/25

Siento que...

  

…no haya podido firmar la dedicatoria del libro a la Reina Letizia, ni a David Uclés, ni a Ornella Muti, ni a Pedro Sánchez, ni a tantos ilustres como, iluso de mí, esperaba…

…pero he estado muy bien acompañado por el bueno de Vicente Araguas, por el editor Basilio Rodríguez, por Raquel y por tantos amigos y amigas que a la Feria del libro de Madrid han acudido.

Y además, siempre nos quedará París, que el lunes el Colegio de España va a acoger la presentación en la ciudad de la luz de «Los papeles de Walter Benjamin». ¿Qué más se puede pedir?

 




29/5/25

¡Qué dedicatoria le podríamos escribir a...

 


…la Reina Letizia, cuando acuda el viernes a la inauguración de la Feria del libro de Madrid, si se acerca a la caseta 344, del grupo editorial Sial Pigmalión, y compra y religiosamente paga un ejemplar de «Los papeles de Walter Benjamin»?

A la Reina, si bien os parece bien, le podríamos escribir:

«Para Letizia Ortiz Rocasolano,

–¡quién te ha visto y quién te ve,

desde aquel año en el nocturno

del Instituto “Ramiro de Maeztu”!–

estos PdB,

el legado de W.B., la novela que cada uno lleva consigo».

¿O hacéis alguna otra sugerencia?



¿Y qué le escribiríamos en la dedicatoria a David Uclés, que –¡pobrecito él!– se va a pasar cuarenta horas firmando en la Feria de libro de Madrid este año, según ha escrito y anunciado?

«Para David Uclés,

para que tengas un poco de descanso

en esta ajetreada vida que te llevas,

estos PdB,

esta novela biográfica, acaso novela de aprendizaje (bildungsroman)

y hasta ensayo histórico-filosófico,

en un jardín casi salvaje de teoría literaria».

¿Os parece?

 

¿ O si por allí este sábado, a mediodía, aparece Ornella; sí, Ornella Muti, la esplendorosa Ornella, la de los sueños lúbricos de la adolescencia?

«Para Ornella,

recordando lo que pudo haber sido y no fue,

estos PdB:

«Cuídate y sé feliz, que lo demás no importa»,

según está escrito que Walter Benjamin escribió

el domingo, 22 de septiembre de 1940,

cuando se estaba despidiendo del Vieux-Port marsellés

y ya se encaminaba al encuentro con la muerte,

que le estaba esperando, cuatro días después, en Portbou».

 

¿Y qué escribiríamos en la dedicatoria a Pedro Sánchez si, por un casual, que ya sería mucha casualidad, se acercara a comprarnos un libro?

«Para Pedro Sánchez,

estos PdB:

a pesar de lo sido, todo sigue siendo siempre igual».

 

¿O a Miguel de Cervantes, que, redivivo, por el parque del Retiro llegara hasta nosotros, susurrando entre dientes que el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y llevamos la vida sobre el deseo que tenemos de vivir, a la vez que nos musitara que desea vernos presto contentos en la otra vida, la de la fama pública?

«Para don Miguel de Cervantes Saavedra,

estos PdB:

«No hay ningún documento de cultura

que no sea al tiempo documento de barbarie»,

bien escribió nuestro W.B.».

 

¿O si hasta la caseta 344 de la Feria del libro de Madrid llegara Julio Cortázar, despacito, saboreando el entorno luminoso y verde del concurrido parque del Retiro, en una mañana de sábado, sujetando la pipa con su diestra mano, y nos recordara el homenaje que le hicimos muchos años ha en el Ayuntamiento de Caspe en 1984 –¡oh, tiempos aquellos!; ¿te acuerdas, Marta Escorihuela?–, sentido homenaje que tributamos al autor de Rayuela y de tantos cuentos inolvidables?

«Para Julio Cortázar,

estos PdB,

esta novela fragmentaria que necesita del lector para ser ella

y lograr ser todo lo que tiene que ser».

 

¿Y qué podríamos escribir en la dedicatoria a don Quirino Alonso Tascón, maestro de escuela unitaria y rural villahibierense que me enseñó a leer, el principio de todo lo que vendría después, si hasta el Retiro llegara este viernes?

«Para don Quirino Alonso Tascón

estos PdB,

de este hijo de su padre y de su madre

–y de su tiempo–,

a la vez que codueño de sus obras».

 

¿Y qué escribiríamos en la dedicatoria a don Benjamín Domínguez, si desde el Portilla de la Reina, donde nació, o desde el Olimpo en el que se encuentra, se acercara quien, excelente profesor, me adentró en la literatura en aquellos tiempos púberes e indecisos en el Seminario Menor de León?

«Para don Benjamín Domíngez,

estos PdB,

esta novela, obra de arte de intertextualidad y de mixtura,

de escritura desatada e imitación compuesta;

composición coral, al fin, si bien se lee».

 

¿Y si fuera Garcilaso –¡qué buen caballero era!– el que hasta el Retiro se acercara en la tarde soleada del próximo viernes?

«Para el ínclito Garcilaso,

estos PdB,

con mi deseo de que si ahondas algo te agrade,

y si no al menos te deleite».

 

¿Y qué escribiríamos en la dedicatoria a Marisol, si rompiendo su silencio de tantos años acudiera hasta el Retiro?

«Para Marisol,

que tan bien sabes ser quien eres,

estos PdB:

Hay que contar la historia propia inserta en la historia ajena

y en la historia general que nos rodea y circunscribe,

que ese es el arte de la novela,

que ese es el arte de estos Papeles».

 

¿Y qué le pondríamos en la dedicatoria a Quevedo, que retirado en la paz de los desiertos, con pocos pero doctos libros juntos, quisiera encontrar solaz en «Los papeles de Walter Benjamin» si, rompiendo su aislamiento, desde la Torre de Juan Abad se acercara el sábado por Feria del libro de la villa y corte de Madrid?

«Para don Francisco de Quevedo y Villegas,

estos PdB:

«¡Luz, más luz!», pedía Goethe al final de sus días».

 

¿Y si fuera el bueno de Walter Benjamin, que se ha ido convirtiendo en paradigma de la modernidad e icono de nuestro tiempo, quien quisiera reencontrarse consigo mismo y hasta nosotros llegara el viernes?

«Para W.B.,

este su legado, esta su novela en marcha

que cada uno lleva consigo;

esta su obra de arte propia y no transferible ni delegable,

sus Papeles».

 

¿Y si fuera el ínclito Javier Marías quien desde el Reino de Redonda, cigarrillo en mano, contraviniendo las normas, a nuestra caseta mirara, displicente, después de calarse el chapeo, requerir la espada y mirar al soslayo, fuese y apenas nos dejara tiempo para nada?

«Para Javier Marías,

estos PdB,

mientras seguimos contando la verdad de la vida propia

y hasta de  la ajena».

           Bien será, si bien os parece.

25/5/25

¿Te apetece que nos veamos...?

 

¿Te apetece que nos veamos el viernes o el sábado en El Retiro madrileño? ¿O acaso prefieres el próximo lunes en París?

 

El viernes o el sábado, si te apetece, podemos vernos en la Feria del libro de Madrid (Caseta 344, del grupo editorial Sial Pigmalón): a partir de las 19h el 30 de mayo; a partir de las 13h el día 31 de mayo (Véase Invitación adjunta).



«Teatro, el mundo es puro teatro… ...y fuegos artificiales», aparece escrito en la Pág. 396 de «Los papeles de Walter Benjamin».

Aunque si lo que quieres es que nos veamos en París, el lunes 2 de junio a las 18h vamos a presentar «Los papeles de Walter Benjamin» en el Colegio de España (Véase https://www.colesp.org/events/presentacion-de-libro-47/).



El Colegio de España, ubicado en la Cité Internationale Universitaire de París, es un organismo dependiente del Gobierno español que acoge a profesores, investigadores, estudiantes universitarios y artistas, que cursan sus estudios, elaboran sus tesis doctorales, llevan a cabo sus trabajos de investigación o ejercen sus actividades artísticas en alguno de los centros superiores de París o la región de Île-de-France. Además de esta labor de alojamiento, el Colegio desarrolla una intensa labor de difusión de la cultura y las artes españolas, a través de conferencias, coloquios, seminarios, proyecciones de películas, recitales y conciertos, así como numerosas exposiciones dedicadas a las artes plásticas (Imágenes 2 y 3: Colegio de España).







En Madrid o en París, en el Parque de El Retiro o en la Cité Internationale Universitaire, pues, podremos reflexionar sobre «PdB», ese libro que, como bien sabes, contiene multitudes (parafraseando el verso del poema “Canto a mí mismo” de «Hojas de hierba» de Walt Whitman, el mismo verso que inspiró a Bob Dylan su canción “I contain multitudes” de 2020), esa novela que se asienta sobre los hombros de los muchos gigantes que nos han precedido.

Como bien sabes, «PdB» necesita del lector para ser ella y lograr ser todo lo que tiene que ser. Y es también escritura desatada e imitación compuesta, mesa de trucos, tapiz de diversos y bien entrelazados hilos –tela de varios y hermosos lazos tejida–, composición coral, al fin, si bien se lee.

Unos y otros habéis podido seguir de cerca «PdB», la segunda entrega de la trilogía «Constelaciones de Europa», que continúa lo que ya inició «Sinfonía de Praga» hace siete años, y que concluirá con «La alegría de vivir» en el futuro.

Si, como bien se sabe, hace falta toda una tribu o un pueblo entero para hacer crecer a un niño, tras más de siete años de trabajo abducido por el bueno de Walter Benjamin –que se ha ido convirtiendo en paradigma de la modernidad y en icono de nuestro tiempo–, han sido incontables los hombros que han sido necesarios para escribir «PdB», como bien han constatado ya lectores.

 «PdB», como bien saben los que se han acercado a la novela, es un proyecto literario que ofrece al lector un relato bien estructurado –où tout se tient–, una peripecia motivadora –hechos sorprendentes que conectan el pasado con el presente–, una voluntad de estilo que cautiva y una anagnórisis final que sorprende y arroba.

«PdB», como bien saben los que se han acercado a la novela, es un proyecto literario que ofrece al lector un relato bien estructurado –où tout se tient–, una peripecia motivadora –hechos sorprendentes que conectan el pasado con el presente–, una voluntad de estilo que cautiva y una anagnórisis final que sorprende y arroba.

Y aunque es justo y necesario que el creador de una obra literaria ofrezca esos cuatro elementos al lector, «PdB» ofrece también una cosmovisión poderosa que crea un nuevo mundo a la vez que propicia un nuevo lector y permite a este ser otro y distinto a aquel que era en el momento en que inició la lectura de la obra (Véase Pág. 195 y Contracubierta)-

«La literatura como expresión estética de la ética humana (Nulla aesthetica sine ethica): Responsabilidad ética para analizar críticamente el pasado y críticamente comprometerse con el presente; corresponsabilidad ética con el mundo que hemos de dejar hacia el futuro». (Véase Pág. 196) 

¿Quién narra? ¿Quién cuenta lo que se cuenta? ¿Desde qué perspectiva de narración? ¿A quién se lo cuenta?

Aunque he dudado mucho acerca de la perspectiva de narración para la novela, con múltiples intentos y ensayos, tal como se indica en el “Ante litteram”, el epígrafe que abre la propia obra, he concluido lo siguiente:

«Como el lector podrá comprobar, esta historia heterogénea, fragmentaria y compleja que se presenta bajo el marbete de Los papeles de Walter Benjamin es una novela ensayística, en la que su protagonista, Walter Benjamin, se desdobla como narrador por medio de un “tú”, esa segunda persona, que, aunque no muy frecuente en la literatura, tampoco es totalmente inusitada.

El narrador, que narra y se narra desde ese al que se apostrofa y se interpela, no deja de ser, sin embargo, un yo. Se propicia así y de este modo el desdoblamiento del protagonista, que se ve a sí mismo y puede ser visto simultáneamente desde fuera y desde dentro. Esa doble perspectiva le permite a Benjamin enjuiciarse a sí mismo, a la vez que enjuiciar, con razonable credibilidad y verosimilitud, los acontecimientos que le definen y circunscriben. ¿Quién mejor que el propio Walter Benjamin, el hombre de la mente portentosa, para describirse, narrarse y enjuiciarse, mientras le cuenta al lector hechos y fragmentos de su vida, intensamente vivida, durante las cuatro primeras décadas del siglo XX?» (Pág. 18).



De todo eso y mucho más (del escritor y su obra, de Walter Benjamin, de la poética de la novela en estos tiempos, de la perspectiva de narración en el relato, de la voluntad de estilo en la obra literaria, etc.) tendremos ocasión de hablar con los lectores, si te apetece y tenemos ocasión y tiempo, bien sea en el Retiro de Madrid o en el Colegio de España en París.

Uno es plenamente consciente, como se indica en la contracubierta de «PdB», de que «el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y llevamos la vida sobre el deseo que tenemos de vivir», las palabras que Miguel de Cervantes escribió el 19 de abril de 1616, en la dedicatoria que hizo a don Pedro Fernández de Castro, conde Lemos, de «Los trabajos de Persiles y Sigismunda», la obra que se publicaría póstumamente, ya que Cervantes murió tres días después de escribir esas sentidas palabras.

Mientras tanto, seguimos contando la verdad de la vida propia y hasta de la ajena, y podemos reiterar «cuídate y sé feliz, que lo demás no importa», según está escrito que Walter Benjamin escribió el domingo, 22 de septiembre de 1940, cuando se estaba despidiendo del Vieux-Port marsellés y ya se encaminaba al encuentro con la muerte, que le estaba esperando, cuatro días después, en Portbou.

 

9/5/25

Damos fe de que allí estuvimos

  

Es verdad que uno piensa que un escritor solo debe hablar desde sus obras, desde lo que en ellas ha dejado escrito antes de publicarlas. De esa manera los lectores se sienten libres en el proceso de lectura de la obra, sin mediatización alguna.

A la vez que bien recuerda lo que aparece escrito en las primeras notas que Walter Benjamin escribió en 1927 en un cuaderno de cuero negro para lo que iba a ser su monumental Obra de los pasajes, donde figura lo siguiente:

«Nunca hay que confiar en lo que dicen los escritores respecto de sus obras», tal como aparece citado en la página 156 de Los papeles de Walter Benjamin.

¡Pero cómo no acudir a la llamada de Justo Sotelo y de su numeroso grupo de amigos en tertulia amena y distraída!

Por ello, queremos agradecer con todo nuestro afecto a los que nos acompañaron en la tertulia y a las casi trescientas personas que han interactuado después a través de FB, como bien podrás ver. ¡Así da gusto tener amigos!

Unos y otros han podido seguir de cerca la segunda entrega de la trilogía Constelaciones de Europa, que continúa lo que ya inició «Sinfonía de Praga» hace siete años.

Mientras tanto, uno sigue contando la verdad de la vida propia y hasta de la ajena con La alegría de vivir, que cerrará la trilogía, y les dice a los lectores: «Cuidaos y sed felices, que lo demás no importa», según escribió Walter Benjamin el domingo, 22 de septiembre de 1940, cuando se estaba despidiendo del Vieux-Port marsellés y ya se encaminaba al encuentro con la muerte, que le estaba esperando, cuatro días después, en Portbou.




 


4/5/25

Invitado y a mesa puesta

 

 

Invitado y a mesa puesta.

 

Así vamos a acudir a la tertulia de Justo Sotelo (Restaurante Best Princesa –Hotel Indigo, Marqués de Urquijo 4 de Madrid) el próximo martes, 6 de mayo, a las 18:30 h.

 

Allí, si nos acompañáis, tendremos ocasión de compartir con los tertulianos valiosas reflexiones sobre el legado de Walter Benjamin, autor que se está convirtiendo en paradigma de la modernidad y en icono nuestro tiempo.

 

Sin duda alguna, podremos reflexionar sobre Los papeles de Walter Benjamin, un libro que, como bien tendremos ocasión de constatar, contiene multitudes (parafraseando el verso del poema “Canto a mí mismo” de Hojas de hierba de Walt Whitman, el mismo verso que inspiró a Bob Dylan su canción “I contain multitudes” de 2020) y que se asienta sobre los hombros de los muchos gigantes que nos han precedido.

 

Mientras seguimos contando la verdad de la vida propia y hasta de la ajena, «cuídate y sé feliz, que lo demás no importa», según está escrito que Walter Benjamin escribió el domingo, 22 de septiembre de 1940, cuando se estaba despidiendo del Vieux-Port marsellés y ya se encaminaba al encuentro con la muerte, que le estaba esperando, cuatro días después, en Portbou.

 

Un fuerte abrazo.

 


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