…la Reina
Letizia, cuando acuda el viernes a la inauguración de la Feria del libro de
Madrid, si se acerca a la caseta 344, del grupo editorial Sial Pigmalión, y
compra y religiosamente paga un ejemplar de «Los papeles de Walter Benjamin»?
A la
Reina, si bien os parece bien, le podríamos escribir:
«Para
Letizia Ortiz Rocasolano,
–¡quién
te ha visto y quién te ve,
desde
aquel año en el nocturno
del Instituto
“Ramiro de Maeztu”!–
estos PdB,
el
legado de W.B., la novela que cada uno lleva consigo».
¿O
hacéis alguna otra sugerencia?
¿Y qué le
escribiríamos en la dedicatoria a David Uclés, que –¡pobrecito él!– se va a
pasar cuarenta horas firmando en la Feria de libro de Madrid este año, según ha
escrito y anunciado?
«Para
David Uclés,
para que
tengas un poco de descanso
en esta
ajetreada vida que te llevas,
estos PdB,
esta novela
biográfica, acaso novela
de aprendizaje (bildungsroman)
y hasta ensayo
histórico-filosófico,
en un
jardín casi salvaje de teoría literaria».
¿Os
parece?
¿ O si
por allí este sábado, a mediodía, aparece Ornella; sí, Ornella Muti, la
esplendorosa Ornella, la de los sueños lúbricos de la adolescencia?
«Para
Ornella,
recordando
lo que pudo haber sido y no fue,
estos PdB:
«Cuídate
y sé feliz, que lo demás no importa»,
según está
escrito que Walter Benjamin escribió
el domingo,
22 de septiembre de 1940,
cuando
se estaba despidiendo del Vieux-Port marsellés
y ya se encaminaba
al encuentro con la muerte,
que le
estaba esperando, cuatro días después, en Portbou».
¿Y qué
escribiríamos en la dedicatoria a Pedro Sánchez si, por un casual, que ya sería
mucha casualidad, se acercara a comprarnos un libro?
«Para Pedro
Sánchez,
estos PdB:
a pesar
de lo sido, todo sigue siendo siempre igual».
¿O a
Miguel de Cervantes, que, redivivo, por el parque del Retiro llegara hasta
nosotros, susurrando entre dientes que el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas
menguan y llevamos la vida sobre el deseo que tenemos de vivir, a la vez que nos
musitara que desea vernos presto contentos en la otra vida, la de la fama
pública?
«Para
don Miguel de Cervantes Saavedra,
estos PdB:
«No hay
ningún documento de cultura
que no
sea al tiempo documento de barbarie»,
bien
escribió nuestro W.B.».
¿O si
hasta la caseta 344 de la Feria del libro de Madrid llegara Julio Cortázar,
despacito, saboreando el entorno luminoso y verde del concurrido parque del
Retiro, en una mañana de sábado, sujetando la pipa con su diestra mano, y nos
recordara el homenaje que le hicimos muchos años ha en el Ayuntamiento de Caspe
en 1984 –¡oh, tiempos aquellos!; ¿te acuerdas, Marta Escorihuela?–, sentido
homenaje que tributamos al autor de Rayuela y de tantos cuentos
inolvidables?
«Para Julio
Cortázar,
estos PdB,
esta
novela fragmentaria que necesita del lector para ser ella
y lograr
ser todo lo que tiene que ser».
¿Y qué
podríamos escribir en la dedicatoria a don Quirino Alonso Tascón, maestro de
escuela unitaria y rural villahibierense que me enseñó a leer, el principio de
todo lo que vendría después, si hasta el Retiro llegara este viernes?
«Para
don Quirino Alonso Tascón
estos PdB,
de este hijo de su
padre y de su madre
–y de su tiempo–,
a la vez que codueño
de sus obras».
¿Y qué
escribiríamos en la dedicatoria a don Benjamín Domínguez, si desde el Portilla
de la Reina, donde nació, o desde el Olimpo en el que se encuentra, se acercara
quien, excelente profesor, me adentró en la literatura en aquellos tiempos
púberes e indecisos en el Seminario Menor de León?
«Para
don Benjamín Domíngez,
estos PdB,
esta novela, obra de arte de
intertextualidad y de mixtura,
de
escritura desatada e imitación compuesta;
composición
coral, al fin, si bien se lee».
¿Y si
fuera Garcilaso –¡qué buen caballero era!– el que hasta el Retiro se acercara
en la tarde soleada del próximo viernes?
«Para el
ínclito Garcilaso,
estos PdB,
con mi
deseo de que si ahondas algo te agrade,
y si no
al menos te deleite».
¿Y qué
escribiríamos en la dedicatoria a Marisol, si rompiendo su silencio de tantos
años acudiera hasta el Retiro?
«Para
Marisol,
que tan
bien sabes ser quien eres,
estos PdB:
Hay que
contar la historia propia inserta en la historia ajena
y en la
historia general que nos rodea y circunscribe,
que ese
es el arte de la novela,
que ese es el arte de estos Papeles».
¿Y qué le
pondríamos en la dedicatoria a Quevedo, que retirado en la paz de los
desiertos, con pocos pero doctos libros juntos, quisiera encontrar solaz en «Los papeles de Walter Benjamin» si,
rompiendo su aislamiento, desde la Torre de Juan Abad se acercara el sábado por
Feria del libro de la villa y corte de Madrid?
«Para
don Francisco de Quevedo y Villegas,
estos PdB:
«¡Luz, más luz!», pedía Goethe al final de sus días».
¿Y si
fuera el bueno de Walter Benjamin, que se ha ido convirtiendo en paradigma de
la modernidad e icono de nuestro tiempo, quien quisiera reencontrarse consigo
mismo y hasta nosotros llegara el viernes?
«Para
W.B.,
este su
legado, esta su novela en marcha
que cada
uno lleva consigo;
esta su
obra de arte propia y no transferible ni delegable,
sus Papeles».
¿Y si
fuera el ínclito Javier Marías quien desde el Reino de Redonda, cigarrillo en
mano, contraviniendo las normas, a nuestra caseta mirara, displicente, después
de calarse el chapeo, requerir la espada y mirar al soslayo, fuese y apenas nos
dejara tiempo para nada?
«Para Javier
Marías,
estos PdB,
mientras
seguimos contando la verdad de la vida propia
y hasta de la ajena».
Bien será, si bien os parece.