…así comienza,
como muy bien recuerdas, esa novela que tú y yo sabemos.
Aunque
hay otros mundos, que también están en este, que han comenzado de otra manera
—segundo cuarteto (East Coker) de Eliot):
«En
mi principio está mi fin… [In my beginning is my end]»
«…en
mi fin está mi principio […in my end is my beginning]».
vvv
«It
was the best of times, it was the worst of times» (Abre Dickens A tale of
two cities).
¡Hay tanto donde elegir...! ¡...y todo mío!
vvv
«A
story has no beginning or end: arbitrarily one chooses that moment of
experience from which to look back or from which, to look ahead» (Green: The
end of the affair). [Una historia no tiene principio ni fin: uno elige
arbitrariamente ese momento desde el que mirar hacia atrás o desde el que mirar
hacia adelante].
vvv
Aunque,
a veces, lo importante no es cómo se abre sino cómo se prosigue la historia, o
la vida, que viene a ser lo mismo:
«Life
is... a tale... full of sound and fury, signifying nothing», con Macbeth, V, V; y un Compleméntum
(Manifiesto) que tú yo sabemos dónde va.
vvv
«El
resto es silencio» (Hamlet V, ii)
A partir
de 4’33’’, la pieza insonora de John
Cage, con “Sinfonía de Praga” siempre in mente (Pág. 323):
…donde
todo el resto es silencio, el resto es solo silencio, silencio solo, para que
el silencio de la obra creativa permita oír y escuchar otros silencios u otros sonidos u otros ruidos
circundantes que nos envuelven y no se dejan habitualmente oír, arte del
silencio convertido en silencio del arte.
vvv
«I am that I am», que escribió Shakespeare
en el soneto 121, y que escrito está
en otros muchos textos, lugares y vericuetos, desde «Yo soy
el que soy» o «Yo sé quién soy», hasta «Je est un autre» de Rimbaud.
Para
proseguir y no parar con el «Legendo
simulque peragrando» del Guzmán de Alfarache del pobre Mateo Alemán
—¡ay, tiempos aquellos, que son estos!
O con otros versos:
Pero
estáis en nosotros, conteniendo multitudes,
que la
muerte no es el final del camino
–en el
principio está nuestro fin
(in my
end is my beginning,
por el
poeta escrito está).
vvv
Somos lo
que somos,
lo sabes
bien,
somos lo
que fuimos,
lo que
unos y otros nos ayudaron a ser
—nature
más que nurture—
hasta
hacernos así.
vvv
El resto
de vida que en mí está
está
contigo
—vivir
conjuntamente—.
[…]
El resto
de vida que en mí no está…
vvv
Y,
aunque encerrados con un solo juguete, la novela o la historia que poco a poco
va desarrollándose y espera hacerse presente en el futuro –«Los
judíos mueren en Europa y se los entierra como a perros», mal escribía Hannah Arendt en
tiempos de ruido y furia allá por 1940–, también queremos tener tiempo para
otras historias y músicas –¡Viva Bthvn!– y otros libros. ¡Son tantos los
intereses que nos acogen, las músicas que nos acompañan y los pensamientos que
nos habitan!
Y ahora
que ya hemos superado el mezzo del cammin di nostra vita y sabemos con
el poeta que la vida iba en serio y que envejecer y morir es el único argumento
de la obra –«Ibant
obscuri sola sub nocte per umbram» (Eneida 6:268)–, ya no nos sirve refugiarnos en el
interior de “Sinfonía de Praga”, en lo que ha de quedar de lo habido –monumentum
aere perennius–.
De nada nos
vale adentrarnos en el interior de Auschwitz,
que ya es decir (Págs. 400-401). Ni de nada nos sirve acudir hasta el Diario de
Lieserl (Pág. 365), que bien escribe en 1943 desde Praga:
…dejar
fama pública a través de nuestra obra; que sea nuestra obra la que nos
sobreviva y dé fe cierta de que hemos existido, de que hemos pasado por este
mundo dejando alguna huella: Ese es mi deseo.
Ni
siquiera nos consuela rememorar lo ya escrito en las Págs. 371-372:
Así es; así será, si así les parece, que
esta historia está dando ya mucho de sí, y más que habrá, que la vida es corta,
el tiempo apremia y cuando tengamos puesto ya el pie en el estribo y con las
ansias de la muerte, como Él escribió, yo solo quiero, aunque de manera anónima
—si es que no apócrifa—, dejar fama y fortuna de lo que ha sido, de poco más
que una quincena de años en una Europa convulsa, que se desangra y una y otra
vez repite sus errores del pasado, una historia que camina, o cabalga más bien,
a caballo entre dos mujeres en aquella Praga que es esta, donde Lieserl y Meme
parecen convivir tan a su gusto, mientras yo asumo, anónimo, un papel
subordinado, que es, sin embargo, el del dios todopoderoso y eterno —fama y
fortuna— que a trancas y barrancas va haciendo avanzar su creación y su obra.
Mientras,
escuchamos la obra completa de Beethoven y leemos a JRJ:
… Y yo
me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando
[…]
Y yo me
iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde,
sin pozo blanco,
sin cielo
azul y plácido…
Y se
quedarán los pájaros cantando.
O nos
acercamos hasta Wisława Szymborska:
Todo
principio
no es
más que una continuación,
y el
libro de los acontecimientos
se
encuentra siempre abierto por la mitad
[…]
Nada
sucede dos veces
ni sucederá,
y por eso
sin
experiencia nacemos,
sin
rutina moriremos.
[…]
Eres y
por eso pasas.
Pasas,
por eso eres bella.
[…]
Concluida
la fábula el mundo es gris y hay niebla.
¿Y
tú por dónde me recomendarías que siguiera, qué libro crees que habría de acoger
entre mis manos para que me inundara la mente y el corazón mientras sigo
acompañado por Beethoven?
¿Proseguir
con mi Benjamin? ¿Adentrarme en el Madrid de Trapiello? ¿Buscar el consuelo de
la música con Ramón Andrés? ¿Acudir a los ensayos de Montaigne? ¿Refugiarme en
los poemas impersonales de JRJ? ¿O bucear en la vida y en la obra de Sontag? ¿Acaso
buscar con Marifé a Tsvietáieva y a Zambrano? ¿O a la ciencia hecha literatura
con Labatut? ¡Ay, las cartas de F! ¿O la vida sencilla de Glück? ¿O encontrarme
con el pueblo español una y otra vez traicionado de Preston?
No hay comentarios:
Publicar un comentario