…lo que hoy han visto nuestros empañados ojos, lo que hoy hemos oído; acaso tan triste como la rama
que deja caer su fruto para nadie, que dijo el poeta.
Demasiado
triste; a pesar de que haya sido casi tan grato como siempre a nuestro oído —la
Sala Dorada del Musikverein tan vacía, tan sola, tan sin sentido, con todos sus
1.744 asientos vacíos…
Aunque
bien recordábamos otros tiempos mejores, que no son estos, que otras veces
hemos rememorado:
http://sinfoniadepraga.blogspot.com/2018/01/baile-del-vals.html.
Oberturas,
gavotas, polcas y valses, a pesar de los esfuerzos y la voluntad de Riccardo
Muti y la Orquesta Filarmónica de Viena, sonaban tan de otra manera; les faltaba
alma, les faltaba afecto, les faltaba sentimiento.
«El Danubio azul de Johann Strauss, con sus claras ondas discurriendo —como
bien describe la Canción III de Garcilaso—, resultó un fracaso», por
parafrasear a una novela (Pág. 177), que tú y yo sabemos.
La Marcha
Radeztky sin el acompañamiento de las palmas de un público enfervorecido y
entregado no podía cerrar de manera adecuada ese concierto que durante todo el
año tantos millones de personas de más de noventa países esperamos, cuando no
podemos apretujarnos en el interior de la Sala Dorada, que bien quisiéramos hacerlo
para comenzar de la mejor manera posible todos los años.
Ay,
tiempos estos, tan extraños y quebradizos; «tiempos horrendos y horribles»,
según ha dicho Muti en la sentida felicitación del Año Nuevo.
Como
dicen los versos:
…hoy nos
hemos encontrado más solos
–¡demasiadas
sillas vacías a nuestro alrededor!
¡Nos
faltáis tantos!
¡Nos
faltas tú!
Nos
faltáis cada uno de los que os habéis ido
en estos
tiempos tan extraños
que nos
ha tocado vivir.
A pesar
de las hermosas imágenes del estado federado de Burgenland —¡ay, Austria de mis
amores!—; a pesar de la visión tan gratificante de la Casa de Adolf Loos (a
quien se homenajea en la segunda entrada del Diario de Lieserl allá por 1930:
Pág. 129 de esa novela que tú y yo sabemos), o del Palacio Liechtenstein —¡ay,
Viena de mis ensueños!—.
Sí, ya sabemos
con el poeta que «no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, /ni
mayor pesadumbre que la vida consciente», pero tal como nos deseó a todos Martín
Llade al final del concierto, sean
felices en este 2021 que ahora comienza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario