Como los buenos lectores muy bien conocen en la página 418
de esa novela que tú y yo sabemos aparece en la nota 32 lo siguiente:
Y entonces nuestro narrador
escribe y reflexiona sobre la posición del lector en relación con la ficción
que se le narra, y explica la obra artística como selección entre infinitas
posibilidades y cuál ha de ser el papel del artista en el proceso de creación,
o reflexiona nuevamente, como ya lo había hecho con anterioridad, sobre
invención, disposición y elocución, a la búsqueda de la obra de arte.
Pero el narrador es
consciente de que no todos los lectores van a estar conformes con su poética de
la novela o de la obra artística, que algunos lectores quieren más y quieren
todo —y entonces recuerda el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo de Lope de Vega y lo parafrasea.
Y finalmente, si se quiere
saber más, o casi todo, se tendrá que acudir al Compleméntum (Manifiesto) y entrar en «Taller. 1.11 Mena, ganga,
esquirlas y virutas (Making of)» para buscar el 69 y explorar «La noche que
empezó viernes y acabó sábado», donde, de modo elusivo, pero con suficiente
precisión y detalle, entrejuntando y entremezclando a Meme con la segunda
persona —sujeto de la acción y receptor de la comunicación fusionados y
fundidos en una entidad única, placentera y gozosa—, se cuenta y se describe y
se narra acerca de la sesión de sexo extática y maravillosa habida en la noche
praguense de Na Ořechovce, cada vez en un tono más poético, más metafórico y
sinestésico —que incluso llega hasta el carmen granadino de Paraíso cerrado para muchos, jardines
abiertos para pocos, de Soto de Rojas—, a la vez que, con sorprendente y
sincera ironía, se recuerda y parafrasea, aunque alterándolo por
intensificación, el Arte nuevo del
gran Lope, plenamente consciente nuestro autor de haber roto con las reglas de
la poética de la novela que previamente había definido y reiterado.
Como a algunos adultos no les bastará con esto y querrán más —si
es que no han podido llegar hasta la página 102 de Compleméntum (Manifiesto)—,
podrán acceder directamente al texto en cuestión en http://www.sinfoniadepraga.es/images/Complementum/lanochequeempezoviernes.pdf; aunque puede que mejor les fuera si se entretuvieran un rato en http://www.sinfoniadepraga.es/, donde encontrarán mucho y bueno, un
corpus organizado y orgánico que complementa la historia y en el que se
integran todos aquellos materiales que siendo ella y de ella –la historia y de
la historia, o la novela, que viene a ser lo mismo– la explican o permiten
mejor o de un modo más completo entenderla, e incluso el credo o manifiesto en
el que la novela se sitúa y se sustenta, formando, pues, parte y no parte de
ella.
Cuidaos y disfrutad, que Sinfonía
de Praga ya es toda vuestra.
Como muy bien sabéis, en las páginas 326-327 de Sinfonía de Praga está escrito:
Es
verdad que toda historia tiene un principio y tiene, muy especialmente, un fin;
un principio en el que arranca y se origina —principios en los que se funda y
fundamenta—, y un final que la cierra, aunque muy provisionalmente, hasta que
la abre el lector o receptor —que es quien realmente cierra el ciclo—, y una
finalidad, no tanto desde el punto de vista de la moral o del compromiso, de la
ética o de la reflexión y de la responsabilidad personales —que también—,
cuanto como obra artística, como obra de arte total y única.
Y
entre principio y fin —entre principio y final, entre principios y finalidad—
está lo que el autor, dios todopoderoso y eterno a través de su creación, ha
considerado que ha de estar —acto de reflexión—, ha querido que esté —acto de
voluntad—, ha decidido que tiene que estar —acto de resolución.
Pero
es más, mucho más, lo que no está en esta historia; y no está porque no debe
estar, ni falta que le hace, a la historia.
Sí,
ya sé, lo sé muy bien, que bien me conozco de la novela el decálogo, que, para
lograr el éxito, entre sus primeros mandamientos exige comida y sexo, sexo y
comida, más sexo y más comida, comer y follar, cuanto más mejor, cuanto más
explícito sea mejor, cuanto más y mejor se lo describa, cuanto más se lo
manosee y detalle, al sexo, mejor.
Y en la versión extendida de
la novela, esa que no han podido ver los lectores, que solo conocen la versión
abreviada, se concluye el último párrafo con una observación parentética un
poco maliciosa e irónica:
¿o
debiera ser, acaso, sex and shopping,
si es que no, más bien, S and F, o
sea, S[ex] and F[ucking]?
E inmediatamente figuran en
la versión extendida unos cuantos párrafos que no llegaron a ver la luz en la
versión abreviada y pública de Sinfonía de Praga:
Como
por propia experiencia todo lector sabe muy bien, por ejemplo, quien narra esta
historia come y bebe y orina y defeca todos los días, que no todo alimenta y
aprovecha, que no todo alimenta y engorda, ya que, a veces, todo ser humano
come y bebe y orina y defeca –aunque ya se han ido, ya están lejanos aquellos
dichosos tiempos de nene, caca, culo, pedo, pis–; o que este narrador a veces
masca a dos carrillos y eructa, y hasta regüelda, aunque, con la venia de don
Quijote y siguiendo los consejos que le dio a su Sancho amigo para el mejor
gobierno de la ínsula Barataria, procura no hacerlo en público.
Y el
narrador tiene historias libidinosas y de lujuria subida, en el camino y fuera
de él –unas veces, en tanto que de rosa y azucena o mientras por competir con
tu cabello (oro bruñido al sol que más calienta); collige, virgo, rosas o carpe
diem, otras; y, en ocasiones, ilustre y hermosísima María o que se nos va
la Pascua, mozas–, que podría contar y no cuenta, ocurridas durante el día y
por la noche, aquí y allá, en sotos y serranías, en montes, valles y prados,
entre sierras y collados, en bosques y verdes llanos, o en corrientes aguas
puras, cristalinas, do pece nada –fonte frida fonte frida, fonte frida y con
amor, do todas las avecicas van tomar consolación, unas veces tortolica, aunque
otras ruiseñor–, que han sucedido y no han entrado aún en las páginas de esta
historia y no se sabe si lo harán.
Que
ha habido mucho sexo, entre sábanas y fuera de ellas, o en verdes prados de
flores esmaltados, yaziendo a la sombra perdí todos cuidados, y en tanto locus amoenus como a la ocasión se ha
prestado:
y
entrando en el jardín de los amores,
cogí
las tiernas flores
con
el fruto dichoso
Aunque
me temo que en otras ocasiones fue más bien cativo...
/ que está muriendo vivo, / al remo condenado, / en la concha de Venus amarrado.
Mucho sexo ha habido que no ha dado todavía señales de vida y se mantiene
escondido y oculto –al menos por ahora– para esta historia.
Y si queréis saber más, en
la versión extendida de la novela, entre el segundo y tercer párrafo de la cita
anterior, figura lo siguiente:
Y
seguro que hay mucho y que hay bueno –aunque también habrá, supongo, algún
exceso, alguna rama que hubiera debido ser podada, alguna excrecencia que mejor
hubiera sido que no estuviera; y ese supongo
se sustenta en la ordinaria naturaleza de las cosas, porque si realmente lo
supiera bien seguro es que no estaría ni habría exceso o excrecencia que valga,
por más darling que hubiera sido.
O por darte nuevos textos y
nuevas informaciones que valorar, en este rompecabezas coherente y bien
estructurado, où tout se tient:
No me motivaba mucho ponerme
de cocinero esa noche, ni veía a Meme muy preparada para ese cometido, pero la
propuesta que me hacía prometía: comida y sexo, sexo y comida. Recordé de la
novela el decálogo, al que ya me he referido en esta historia. La verdad es que
no tenía inconveniente alguno en llevarlo a la práctica. ¿Quién lo tendría en
una situación semejante? (Pág. 416)
Escribía y corregía,
depuraba un dato y corregía, completaba una información y volvía a corregir –in writing, you must kill all your darlings–
hasta lograr un texto de fácil y gratificante lectura, de sonoridad melodiosa y
preñado de significados, y todo él sujeto a las estrictas reglas de la poética
o de la retórica de la novela –o a su ruptura y transgresión, en muchos casos,
que es lo que procede en estos tiempos. (Pág. 175)
…que no siempre hay que
contar todo lo que sucede, que no todo cuanto sucede —en la realidad, en la
vida— ha de suceder realmente —en la historia, en la novela— ni tiene que ser
suceso o sucedido que discurre tal cual ante los ojos del lector, que los
lectores son sabios e inteligentes, que saben y conocen por experiencia propia
o ajena sin que se les tenga que trasladar todo con detalle, A por B. (Pág.
418)
Y por casi cerrar el círculo, en la versión extendida de Sinfonía
de Praga se dice:
…hay que contar lo que hay
que contar, que no todo tiene que ser narrado tal cual para existir y lograr
carta de plena naturaleza, que la obra de arte es arte tanto por lo que dice y
muestra como, y muy especialmente, por lo que calla, insinúa u oculta, que la
obra artística es selección entre infinitas posibilidades y la genialidad del
artista está en seleccionar, estructurar y poner marca y personalidad propias a
lo que ha de ser y solo a lo que ha de ser, a lo que por su todopoderosa
decisión creadora ha de existir, pasando de la nada caótica, multiforme,
proteica, magmática, nebulosa y convulsa a convertirse en obra de arte
imperecedera y eterna.
Sé que hay y ha de haber,
como ya he escrito anteriormente en esta historia, artificio, que ha de haber
invención, disposición y elocución, toma de decisiones, cortando por lo sano
todo lo mucho que no ha de ser –killing
all our darlings–, para permitir que logre ser únicamente lo que tiene que
ser, que ese es el arte de la novela y ese es el arte de esta historia, que
camina con paso firme y voluntad decidida.
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