3/8/25

Yo también...

 

 

¿Ya saben el d’aquel en què ella diu: «Yo también»?

Pero no van por ahí los tiros, que van por otros derroteros, más tristes y sombríos, ya que yo también he leído, con razonable pasión y aprovechamiento, «La Península de las casas vacías», de David Uclés, que en este momento está leyendo media España y la otra media haría bien en leer.

  

 

Tiene mucho mérito la obra y más aún su autor, a pesar de algunos fallos y errores disculpables, que se habrán de subsanar en sucesivas ediciones.

Y sí, merece la penar leerla, merece la pena ser leída «La Península de las casas vacías», de David Uclés, en esta España nuestra. Parece como si la Guerra Civil española, con todo su desgarro, con tanta muerte y dolor, con tanta destrucción, hubiera existido para que David Uclés nos la contara del modo como lo ha hecho en estos tiempos de ruido y furia.

Me ha gustado la voluntad de estilo de su autor, la recuperación que hace de esa España rural de viento solano y palabras terruñeras, que nos retrotrae a tiempos no tan lejanos ni tan ajenos.

Me ha resultado satisfactorio –aunque, a veces, se hace cansina, por reiterativa– la aparición continuada del narrador, deus ex machina que estructura, ordena y determina el relato. No debió ser nada fácil encontrar el mecanismo que propiciara la integración de elementos tan inconexos, tan heterogéneos en un todo, où tout se tient, tal como tantas veces hemos defendido que se ha lograr en la novela.

Es ilustrativa de todo ello esa imagen dada a conocer por el propio autor durante su estancia en los Alpes, «atando cabos y jugando con el tiempo» cuando estaba trabajando en la novela.

  


 Disfruten y lean, lean y disfruten –y aprendan algo por el camino–, que el verano lo propicia.

 

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