«…la guerra es hacer lo posible para que pedazos de hierro entren en la carne
viva» del enemigo, escribió André Malraux en La esperanza, su
obra sobre la Guerra Civil española.
Y después de reproducir
la cita anterior, Walter Benjamin dejó escrito en el manuscrito que llevaba en
su pesada cartera negra cuando atravesó los Pirineos para venir a morir a
Portbou aquel infausto día de 26 de septiembre de 1940:
«¿Quién es el enemigo? ¿El enemigo es el otro? No, tú y yo. En la guerra todos somos el enemigo».
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