11/5/23

Walter Benjamin y la Retirada

 

        Son muchos los fragmentos de Papeles de Benjamin que sorprenderán a los lectores cuando puedan acceder a ellos.

        El lunes, 23 de septiembre de 1940, poco antes de acercarse a la estación Saint-Charles de Marsella para tomar el tren de la salvación que le había de llevar hacia España, cruzando los Pirineos a pie por la ruta Líster –la misma que, en sentido inverso, en la Retirada, habían hecho unos meses antes miles y miles de españoles derrotados, Antonio Machado entre ellos (al que Benjamin menciona hasta veinte veces en su manuscrito)–, Walter Benjamin escribe así:

        «Rememoras entonces la Retirada de febrero del año pasado, de hace solo unos pocos meses. Y no te es difícil imaginar los restos de un ejército, que, aunque derrotado y en desbandada, huye orgulloso y pretendiendo mantener la marcialidad, la compostura y el orden militar, ascendiendo por las trochas y senderos de los Pirineos hacia Francia a la vez que intenta evitar los bombardeos a los que, impertérrita y triunfante, le somete la victoriosa aviación de Franco, con la que colaboran y cooperan estrechamente los aviones de Mussolini y de Hitler. Y entreverados entre los restos del ejército, que camina de manera lenta y a veces se ve obligado a detenerse, miles y miles de personas, parece que hasta 475.000 refugiados se encaminan al exilio, españoles viejos y niños, madres desesperadas, que arrastran y llevan consigo lo poco que han podido salvar de la rapiña de la guerra y, con rostro sombrío, triste y macilento, buscan lo que no tienen seguridad de encontrar, preservar la vida al otro lado de esos picachos, de esas cumbres que parecen no tener fin –Mamá, ¿pero dónde está la frontera?, pregunta la niña del abrigo de paño rojo. ¿Cuándo vamos a llegar a Francia, mamá? ¿Y si la frontera está cerrada, mamá? ¿Qué es un «refugiado», mamá? ¿Qué es el «exilio», mamá? Y la madre llora por dentro, que hacia fuera ya no puede llorar–. Mientras, el fuego de mortero o las bombas y ametrallamientos de los aviones franquistas diezman aún más a esa enorme cola negruzca que, aterida por un frío invernal, avanza aterrorizada entre la nieve sucia de los Pirineos, huyendo de un presente aciago hacia un destino ignoto y puede que en absoluto satisfactorio.

        La Retirada, triste nombre para nombrar una realidad que se ha dado tantas veces a lo largo de la historia y que, mientras los seres humanos sean lo que son, se seguirá reiterando una y otra vez, y una vez más, en tantos lugares del mundo y en tantos momentos del presente y del futuro».

 




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