«Lo intentaste. Fracasaste. No importa. Inténtalo otra
vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor» (Ever tried. Ever failed. No matter.
Try again. Fail again. Fail better).
Así se expresó Samuel
Beckett en Rumbo a
peor, una obra publicada en 1983, seis años antes de su muerte y 14 después de
haber ganado el premio Nobel de Literatura. ¡Así, cualquiera!
O por decirlo de otra manera y desde otra perspectiva:
«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos» («It
was the best of times, it was the worst of times»).
Ese es el inicio de Historia de dos ciudades de Charles Dickens, que nos recordaba
hace unos días una película recién estrenada.
Aunque también podemos acudir a la fuga de la escena
segunda del acto III que concluye a coro el Falstaff de Verdi: «Tutto nel mondo è burla». Y
podemos mejor concluir, Inshalá (In šāʾ Allāh), con
los versos finales que dicen: «Ma ride ben chi ride / la
risata final».
Y mientras tanto, como se indica en la página 371
de esa novela que tú y yo sabemos:
«Así es; así
será, si así les parece, que esta historia está dando ya mucho de sí, y más que
habrá, que la vida es corta, el tiempo apremia y cuando tengamos puesto ya el
pie en el estribo y con las ansias de la muerte, como Él escribió, yo solo
quiero, aunque de manera anónima, dejar fama y fortuna de lo que ha sido, de
poco más que una quincena de años en una Europa convulsa, que se desangra y una
y otra vez repite sus errores del pasado, una historia que camina, o cabalga
más bien, a caballo de dos mujeres en aquella Praga que es esta, donde Lieserl
y Meme parecen convivir tan a su gusto, mientras yo asumo, anónimo, un papel
subordinado, que es, sin embargo, el del dios todopoderoso y eterno –fama y
fortuna– que a trancas y barrancas va haciendo avanzar su creación y su obra».
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