20/1/23

Walter Benjamin en Portbou

 

          Walter Benjamin, amante de las palabras y del lenguaje, de los libros, los textos y los manuscritos –¡y de las mujeres!; y de ello hay mucho que contar, y se contará en Papeles de Benjamin–, consideraba que el más misterioso regalo del lenguaje era la metáfora en tanto que en su traslación permitía hacer sensible lo invisible.

         


           Persona contradictoria en su vida y en su obra, en sus numerosos y variados escritos Benjamin a veces afirmaba o negaba lo uno y lo otro, lo distinto y su contrario.

          Y no se ha de ignorar lo que bien se sabe: Cuando Benjamin tuvo que escapar a toda prisa de París, en el verano de 1940, huyendo de la Wehrmacht y de la Gestapo, y buscaba como tantos judíos apátridas alemanes salir de Francia lo antes posible, todos se sorprendían de que en aquellos días tan infaustos y difíciles llevara siempre consigo una pesada cartera negra de cuero, muy gastada por el uso, de las que usaban los hombres de negocios. Entonces le decía a quien quisiera oírle, en aquel aciago verano de 1940:

«Debe usted entender que esta cartera y lo que contiene es lo más importante para mí. No puedo arriesgarme a extraviarla. Es necesario que este manuscrito se salve. Es muy importante. Mucho más que mi vida».

          Y bien se sabe también que el jueves, 26 de septiembre de 1940, después de haber salido de Francia de manera irregular y de haber cruzado los Pirineos a pie hacia España por la ruta Líster, la que, en sentido inverso, en la Retirada, habían hecho unos meses antes miles y miles de españoles derrotados –Antonio Machado entre ellos–, Benjamin vino a encontrarse con la muerte, que le estaba esperando en Portbou, suicidándose a fin de impedir que la policía española le devolviera a Francia y le entregara a la Gestapo.



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