Emocionado
con la película Los niños de Winton. Sí, que quien salva una vida… …salva
al mundo entero. ¡Y Nicholas Winton salvó 669 vidas de niños que en la Praga de
1939 estaban condenados a la muerte y a la extinción, como se relata en la
película!
Así nos lo
había recordado ya Lieserl, quien en septiembre de 1939 titulaba la entrada del
Diario que estaba escribiendo «Un tren para la vida» y relataba:
Septiembre
1939. Un tren para la vida: No sé muy bien qué
historia es esta, pero parece la historia de un tren para la vida. Niños
checoslovacos, parece que hasta 669, procedentes de familias judías, han sido
enviados a Inglaterra por un hombre extraordinario, Nicholas Winton. Él solito
ha logrado –y no es cosa fácil– el permiso de salida de las autoridades
alemanas, ha conseguido el permiso de entrada de las autoridades británicas y
se las ha arreglado para que las familias inglesas acojan a todos los niños.
¡Pobres niños! ¡Ricos niños, que salvarán así sus vidas en estos tiempos
de ruido y furia que estamos viviendo!
¡Pobres padres, generosos padres que han alejado a sus hijos de esta
barbarie que se avecina y a los que acaso nunca vuelvan a ver!
Padres que, para ofrecerles mejor vida, alejan a sus hijos de sí... Hijos
que se alejan de sus padres... ¡Terribles tiempos los que nos toca vivir!
Sinfonía de Praga: 299-300
Lieserl,
nuestra querida Isabelita Einstein, la hija que Albert Einstein y Mileva Marić
tuvieron en 1902, cuando todavía eran jóvenes solteros y de la que nunca nadie
supo nada hasta que los lectores de Sinfonía
de Praga han podido conocer su peripecia desde 1930
a 1945, bien situada en la Praga centroeuropea de esos años de ruido y furia.