…uno agradece
en lo que vale que alguien publique lo siguiente, referido a las lecturas que
se propone realizar este verano:
«Me gusta centrarme en libros extensos o que exijan más concentración; y en los publicados por mis amigos. Empezaré con Los papeles de Walter Benjamin (Sial), del leonés Demetrio Fernández-González, quien acaba de presentarlo en el Colegio de España en París; la suya no es literatura de tumbona, me interesan mucho sus novelas ensayísticas, así las llama; sin duda, un día serán incorporadas a la historia de las vanguardias literarias siglo XXI».
https://www.diariodeleon.es/opinion/250617/2051337/lector-anejo.html
¡Mil
gracias Eduardo Aguirre! Como bien sabes, tu columna «Al trasluz» en Diario
de León es muy grata para lectores como yo, y si además le mencionan a
uno...
Uno es bien consciente de lo que hemos reiterado en diversas ocasiones, y que aparece recogido la página 195 de Los papeles de Walter Benjamin:
«Un proyecto
artístico, un proyecto literario ha de ofrecer al lector un relato bien
estructurado –où tout se tient–, una peripecia motivadora –hechos
sorprendentes que conecten el pasado con el presente–, una voluntad de estilo
que cautive y una anagnórisis final que sorprenda y arrobe.
Y aunque es
justo y necesario que el creador de una obra literaria ofrezca esos cuatro
elementos –relato bien estructurado, peripecia motivadora, voluntad de estilo y
anagnórisis final sorprendente–, ha de ofrecer mucho más: Ha de ofrecer una
cosmovisión poderosa que cree un nuevo mundo y que cree un nuevo lector y
permita a este ser más, ser otro y distinto a aquel que era en el momento en
que inició la lectura de la obra».
O, como se recogía en la página 19 de Compleméntum (Manifiesto) de Sinfonía de Praga, y se reitera en la página 201 de Los papeles de Walter Benjamin:
«¿Dó están los
lectores? ¿Qué se hizo de…? ¿Qué se hicieron…?
Acaso haya que
preguntarse: ¿Qué lector? ¿Qué lectores?
Para inmediatamente
responder: Uno y todos, todos y cada uno, todos ellos; a cada uno según su
interés, a cada uno según su necesidad, a cada uno según su voluntad.
Los lectores
presentes y los lectores futuros; todos los lectores que ya son y todos los que
serán; y ese lector especial que la obra ha de crear, que la obra artística
necesita para ser finalmente la obra de arte total y única, a la búsqueda de la
lectura de culto».
Un
fuerte abrazo, Eduardo Aguirre amigo.
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