...después de más de cinco años entregado al
mismo juguete –mañanas y tardes, días y noches y hasta fiestas de guardar–, por
fin está acabada y conclusa Papeles de
Benjamin.
Aunque, la verdad sea dicha, uno siempre
está escribiendo el mismo libro, y, mientras este no llegue a manos de los lectores,
siempre estará intentando que sea más y mejor la obra literaria a la que uno se
entrega en cuerpo y alma.
Y no olvidamos lo que quedó explicitado en
Sinfonía de Praga, y que, con palabras casi idénticas,
aparece recogido en Papeles de Benjamin:
«Toda historia tiene un principio y tiene, muy
especialmente un fin. Un principio en
el que arranca y se origina, unos principios en los que se funda y fundamenta. Un final que la cierra, aunque muy provisionalmente,
hasta que la abre el lector –que es quien realmente cierra el ciclo–, y una finalidad, aunque no tanto desde el punto de vista de la
moral o del compromiso, de la ética o de la responsabilidad personal –que
también–, cuanto como obra artística, como obra de arte total y única, que a eso
es a lo que aspira esta historia o novela.
Y entre principio y fin –entre principio y final, entre principios y
finalidad– está lo que el autor, dios todopoderoso y eterno a través de su
creación, ha considerado que ha de estar –acto de reflexión–, ha querido que
esté –acto de voluntad–, ha decidido que tiene que estar –acto de resolución–».
Las 73.565 palabras que
componen PdB acogen, junto al manuscrito de Benjamin, 310 notas y unos
cuantos comentarios, que complementan la novela de los papeles de Benjamin, así
como una cuarentena de imágenes, que hacen más vívido el relato y lo
autentifican a los ojos del lector.
Y en la novela está integrada también el Ars Poetica por el que ha sido creada. De
esta manera la obra, ya suficiente, aparece complementada con aquellos
elementos que, siendo ella y de ella, ayudan a explicarla, a mejor o de otro
modo entenderla.
A partir de ahí, me comprenderéis
fácilmente si os digo, con palabras extraídas del manuscrito de Benjamin:
«Acaso, de ese modo, se podría lograr una obra de arte total y única, que
quedaría así convertida en obra de culto, y su creador estaría por ello
finalmente autorizado a desaparecer, escritas ya todas las palabras
–¡realización completa!–»[i].
[i] Los buenos lectores
identificarán en estas palabras de Benjamin ideas que bien saben y conocen, que
podrán asociar, sin mucho esfuerzo, con Sinfonía de Praga (www.sinfoniadepraga.es).
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