24/5/20

¡Por la vida! ¡Por la libertad!



En estos tiempos tan extraños que nos está tocando vivir, uno no puede por menos que manifestar su sorpresa ante frases como la siguiente:

«Entre la libertad y la vida, escojo la libertad».

Y dicho así, en letras grandes, aparece en la portada del último número de la revista El Cultural del periódico El mundo, publicada hace un par de días:





Y lo argumenta así el escritor Rafael Argullol en la entrevista que le hacen en El Cultural: «…porque una vida sin ella es supervivencia, no vivencia. Sin espíritu libre, el coraje degenera en fanatismo y la compasión en mera caridad».


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¿Es que acaso se trata de escoger entre vida y libertad, entre una y otra en estos tiempos tan extraños?

      ¿Es que esa es la situación de nuestra España en este momento, en opinión de Argullol?

         ¿No es posible defender una y otra, sin que la defensa de la una implique la pérdida de la otra?

         ¿Es posible la libertad si se pierde la vida?, se podría preguntar al escritor catalán.

        Y si hubiéramos de elegir una, ¿a qué nos invita Argullol si hemos de preferir la libertad frente a la vida?



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Y puede leerse la afirmación de Argullol en contraste con lo que defiende en su columna Julio Llamazares (El País: 23 de mayo): "¿Por qué lo llaman libertad cuando quieren decir poder?


A partir de una crónica de Manuel Jabois sobre el debate parlamentario de la semana pasada, mi paisano leonés escribe:

«Cuando la gente grita “¡libertad!” desde los balcones o en las manifestaciones que últimamente se producen en algunas ciudades españolas trasgrediendo el estado de alarma en vigor lo que está diciendo realmente es “¡devolvednos el poder, que es nuestro!”».

Y por si no hubiera quedado suficiente claro, Llamazares lo reitera unos párrafos más adelante:

«…lo que piden realmente los que lo hacen, que no son tantos, no nos engañemos (eso sí, hacen mucho ruido), no es libertad, sino el poder que han perdido en las elecciones; un poder que consideran suyo por definición».





Imágenes publicadas por El País
[¿Son reconocibles en esta España nuestra algunos de los enmascarados
que aparecen en las imágenes como defensores de la libertad?]

Y lo justifica Llamazares afirmando que la historia de España muestra cómo cada vez que la izquierda ha llegado al poder la derecha se ha levantado en armas o a gritos.


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Y a uno le viene a la mente el vídeo del ínclito expresidente del Gobierno José María Aznar —ese amante de la libertad que junto con su esposa, la exalcaldesa de Madrid Ana Botella, abandonó Madrid el pasado 11 de marzo para refugiarse en su lujoso chalet de Marbella al inicio de la pandemia—, cuando hace unos años recibió en Valladolid la medalla de honor de la Academia del Vino de Castilla y León y, parafraseando a Miguel de Cervantes, el expresidente aseguro esa tarde que había ido a defender el vino. Pero el vino de Aznar salpicó por otros lares cuando criticó algunos letreros colocados en las autopistas y, en especial, el eslogan de “No podemos conducir por ti”: «Yo siempre pienso, ¿y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?», manifestó muy ufano. «¿Quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber?».

Según Aznar, como ciudadano tiene el conocimiento suficiente para saber cuántas copas de vino puede beber sin poner en riesgo a los demás.

«A mí no me gusta que me digan no puede ir usted a más de tanta velocidad […] y, además, a usted le prohíbo beber vino», continuó Aznar, quien pidió que se deje tranquilos a los ciudadanos para que decidan por sí mismos: «que en eso consiste la libertad y en eso consiste la responsabilidad individual».



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O le viene al caso el bueno de Mariano Rajoy, anterior presidente del Gobierno, otro amante de la libertad, al que sus convecinos denunciaron porque abandonaba su chalet todos los días y se saltaba así el confinamiento obligado para todos los españoles para hacer deporte en las inmediaciones de su chalet en la lujosa urbanización en la que reside en Madrid, —con la propuesta de multa correspondiente de la policía por ello.


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O recuerda uno la historia que se cuenta acerca de la entrevista que mantuvo Fernando de los Ríos con Lenin en Moscú cuando acudió a la Unión Soviética en 1920 y se sintió sorprendido de la ausencia de libertades tras la revolución soviética. «¿Libertad para qué?», le preguntó el líder soviético ante su defensa de un socialismo reformista, respetuoso del marco de la democracia liberal. «Libertad para ser libres», respondió el profesor de derecho político, discípulo de la Institución Libre de Enseñanza.


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Pero quién te mandará a ti, Zaide, adentrarte por estos andurriales — avisón, Pablos, alerta, que vienen curvas—, si estabas muy ocupado con el Concierto para piano n.º 1 en do mayor Op.15 de Beethoven (o con Ritterballet WoO 1), con las “Pinturas blancas” de Robert Rauschenberg, con las propuestas creativas de John Cage y siguiendo, prosiguiendo o persiguiendo la estela de Duchamp, o de su urinario, más bien, que es una fuente que es un mingitorio que es una fuente..., y hasta un orinal.

Y mientras, le dabas vueltas a ese 26 de septiembre de 1940 en la frontera entre la Francia ocupada por las tropas hitlerianas y la España de un Franco victorioso; ese día en que a Portbou llega una persona que huye de Francia. La policía de fronteras española le retiene cuando cruza por los Pirineos y no le autoriza a atravesar España, camino de la salvación, camino de Lisboa, para dirigirse a EE.UU. Esa persona en ese momento es “apátrida” (sin nacionalidad), es un sin tierra, pero es una persona alemana, es una persona judía y se llama Walter. La policía española la retiene y le informa que al día siguiente le va a entregar a la Gestapo, que le va a enviar a un campo de concentración y a la muerte.

Esa persona, que se apellida Benjamin, ese día, 26 de septiembre de 1940, en Portbou, se suicida y muere —esa persona sí que amaba la libertad y amaba la vida, ¡y por no perder la libertad se quitó la vida!


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Pero retornemos a la esperanza, y como escribíamos hace unos días a los villahibierenses:

De esta vamos a salir,
espero que mejores,
bien seguro que distintos,
pero vamos a salir,
sí, vamos a salir,
de esta vamos a salir
¡todos juntos!


1 comentario:


  1. En diversos medios de comunicación de hoy aparece una noticia con el siguiente titular: “Abascal viajó a Galicia para hacer campaña pese al estado de alarma”, donde se puede leer:

    «Santiago Abascal es el único líder político nacional que se ha desplazado a Galicia para inaugurar la precampaña de las elecciones autonómicas del próximo 12 de julio. Lo hizo el pasado jueves para presentar, en un polígono industrial de Mos (Pontevedra), a los cabezas de lista de su partido por las cuatro provincias gallegas (Vox no presenta candidato a la presidencia de la Xunta y asegura que su papel consistirá en “vigilar” al actual presidente, Alberto Núñez Feijóo, cuya reelección da por segura, “para que no esté permanentemente mirando a las políticas izquierdistas y nacionalistas”)».

    Y prosigue la información:
    «El presidente de Vox no solo es el único líder político que ha viajado de Madrid a Galicia sino uno de los pocos españoles que ha podido hacerlo desde que se declaró el estado de alarma, el pasado 14 de marzo. Madrid se encuentra en la Fase 2 de la desescalada, por lo que no se permiten los desplazamientos fuera de la provincia. Galicia está en la Fase 3, por lo que están permitidos los desplazamientos interprovinciales, pero no fuera de la comunidad autónoma».

    Y concluye la columna:
    «El partido ultra ha suspendido indefinidamente la celebración de las elecciones internas previstas en sus estatutos para renovar democráticamente sus comités provinciales, alegando que, “actualmente no se dan las circunstancias para celebrar estos procesos como consecuencia de la crisis [sanitaria], por lo que se esperará a que la situación sea más favorable”. Las elecciones internas se celebran habitualmente en Vox por vía telemática».

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