Uno considera
que un escritor habla desde sus obras, desde lo
que en ellas ha dejado escrito; y no debe hablar acerca de ellas. De manera que
sean los lectores, sin interferencia alguna, los que libremente se manifiesten
o sientan en el proceso de lectura de la obra.
Y bien se
sabe lo que Walter Benjamin escribió en lo localidad francesa de Lourdes un lunes,
15 de julio de 1940, día en el que cumplía 48 años:
«Lo que a ti, aquí y
ahora, te corresponde, a la vera de los Pirineos, en este tiempo de muerte y
destrucción, en este tiempo de ruinas, es escribir tu legado, narrar la novela
que cada uno lleva consigo, contar tu vida entendida como una novela en marcha
y dar a conocer al mundo la obra de arte propia, personal y no transferible ni
delegable, tus Papeles».
La
trilogía Constelaciones de Europa, que se abrió con Sinfonía de Praga (2017), acaba de ofrecer su segunda
entrega, Los papeles de Walter Benjamin. En la nueva novela de la
trilogía se podrá encontrar el fruto de los siete años en que he estado
abducido por Walter Benjamin, –abducido mañanas,
tardes y noches, días no feriados y hasta fiestas de guardar–, a hombros de los
muchos gigantes que me han precedido.
Un nuevo libro que, como
bien se verá, contiene multitudes (parafraseando un verso del poema “Canto a mí
mismo” de «Hojas de hierba» de Walt Whitman,
el mismo verso que inspiró a Bob Dylan su canción “I contain multitudes” de
2020).
Si, como bien se sabe,
hace falta toda una tribu o un pueblo entero para hacer crecer a un niño, son
incontables los hombros que han sido necesarios para escribir este libro, como
bien se podrá comprobar.
En la obra su protagonista, Walter Benjamin, se desdobla como
narrador por medio de un “tú”, esa segunda persona, que, aunque no muy
frecuente en la literatura, tampoco es totalmente inusitada.
El narrador, que narra y se narra desde ese tú al que se
apostrofa y se interpela, no deja de ser, sin embargo, un yo. Se propicia así y
de este modo el desdoblamiento del protagonista, que se ve a sí mismo y puede
ser visto simultáneamente desde fuera y desde dentro.
Esa doble perspectiva le permite a Benjamin enjuiciarse a sí
mismo, a la vez que enjuiciar, con razonable credibilidad y verosimilitud, los
acontecimientos que le definen y circunscriben. ¿Quién mejor que el propio
Walter Benjamin, el hombre de la mente portentosa, para describirse, narrarse y
enjuiciarse, mientras le cuenta al lector hechos y fragmentos de su vida,
intensamente vivida, durante las cuatro primeras décadas del siglo XX?.
Es Los
papeles de Walter Benjamin una novela biográfica, acaso una novela de aprendizaje,
en un jardín casi salvaje de teoría literaria, en la que se pretende contar la
historia propia inserta en la historia ajena y en la historia general que nos
rodea y circunscribe, que ese es el arte de la novela, que ese es el arte de Los
papeles.
Y es
también una novela ensayística, fragmentaria, heterogénea y compleja, que
necesita del lector para ser ella y lograr ser lo que tiene que ser.
Si
quieres ver algo de lo mucho y bueno habido, puedes acceder a: