Sinfonía de Praga es «una
aventura intelectual y literaria apasionante y cautivadora», me escribe
de manera pública Ernesto Escapa.
Y José Manuel Querol (https://elcuadernodigital.com/2018/02/15/la-ciudad-matrioska-la-novela-matrioska/) considera a “Sinfonía de Praga”
como una novela postmoderna que dinamita la teoría de los géneros
narrativos, un
objeto artístico, «un rizoma ciudadano, un cúmulo de laberintos
narrativos y estilísticos, pero también gnoseológicos, por los que poder perdernos
al tiempo que nos acoge la cuidad de Praga».
O Pedro
Crespo Refoyo manifiesta: «Observo… que su novela es pura metaficción… de tal
modo que la trama vaya sucediéndose en su mismo hacerse, como los tejidos. Aparece,
asimismo, toda la narrativa de hace un siglo sin olvidar la actual, donde la noticia de prensa y el suceso imaginario se complementan. Con
Umberto Eco, crea, o trata de crear, un lector cocreador o un lector modelo,
capaz de ir rellenando los huecos que deja el texto en sus elipsis… Diríase, si
me lo permite, una novela enciclopédica y, a la par, metanarrativa… ¿Cronotopo
cibernético? ¿Cronotopo entre afines? ¿Cronotopo de afinidades
metalingüísticas?».
¿Dó
están los lectores? ¿Qué se hizo de… ? ¿Qué se hicieron…?
Y llegados hasta aquí, acaso haya que preguntarse, como
hacemos en la página 19 de Compleméntum
(Manifiesto): ¿Qué lector? ¿Qué
lectores?
Y allí mismo nos respondemos: Uno y todos, todos y cada
uno, todos ellos; a cada uno según su interés, a cada uno según su necesidad, a
cada uno según su voluntad.
Los lectores presentes y los lectores futuros; todos los
lectores que ya son y todos los que serán; y ese lector especial que la obra
habrá de crear, que la obra artística necesita para ser finalmente la obra de
arte total y única, a la búsqueda de la lectura de culto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario