8/5/21

Remembranza de un 8 de mayo

 

 

          «Mucho sabía, pues, el Coronel Huberto Heco y mucho daba a entender. Parecía obvio que hasta aquí habíamos llegado, que nada más podíamos hacer ni nada más podíamos esperar –una vez bien entrelazados los diversos hilos del tapiz que estamos tejiendo–, que ya solo quedaba hacer avanzar la novela –y esa tarea era mía–, a la búsqueda del final, que lo que teníamos teníamos, sin que pudiéramos esperar nada más u otra ayuda alguna, que principio y fin habían de confluir y cerrarse y que dos años más de trabajo debía de ser suficiente para ello, de manera que el 8 de mayo de 2014 –día señalado, el día de la victoria (Den vítězství)– pudiéramos escribir la última palabra de nuestra parte en esta historia.» (P. 507).

 


  

          «Sin embargo, hoy por la mañana, 8 de mayo de 2014, día señalado, el día en que se conmemora el aniversario de la muerte de Gustave Flaubert y en el que la novela ha de ser concluida y puesta a disposición de los lectores, después de una mala noche dándole vueltas y vueltas a un título para la obra que no acababa de llegar –sí, ya sé que hoy es festivo en este país, que hoy es un día grande para la República Checa, el día de la victoria (Den vítězství), pero la obra está esperando para llegar a su fin, y eso es lo único importante–, sorprendentemente, cuando sonó el teléfono para despertarme no lo hizo con su sonido habitual –agudo y estridente– sino que a mi cerebro medio dormido le llegó una música suave y le sorprendieron unos sonidos armoniosos que salían del teléfono. Inmediatamente reconocí aquella música; pero tenía dificultades para identificarla con seguridad. ¿Mozart? ¿Era Mozart lo que sonaba en el teléfono para despertarme? ¿Era la Sinfonía «Júpiter»? Cogí el móvil y con los ojos entrecerrados vi que en la pantalla aparecía la expresión Sinfonía de Praga.» (P. 523).

 

 

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