Ha sido
un placer participar desde la literatura en ese proyecto compartido y hermoso
con las gentes de Villahibiera: En recuerdo de lo que fuimos, valorando lo que
somos y con una apuesta por el futuro: «Todos juntos».
Un poema
por nuestros mayores, por todos los que ya no están, por el futuro de nuestros hijos,
por todos: «De esta vamos a salir ¡todos juntos!».
https://youtu.be/pRdNJUUDAIw
https://youtu.be/pRdNJUUDAIw
Y el
poema con el que hemos contribuido a este hermoso proyecto:
Todos juntos!
De esta vamos a salir
¡todos juntos!
Por nuestros mayores,
por nuestros padres y abuelos,
por nuestros ancestros
–los tuyos y los míos–,
¡por todos ellos!
Por el futuro que vendrá,
que tiene que venir
para nuestros hijos
–a pesar de este cruel mes de abril,
¡hay primavera y flores
y hojas verdes y esperanza!
Por la Negrilla, que es nuestra enseña,
por el roble de Camperas,
por la Cruz allá en lo alto,
por el Puente Blanco allá abajo,
por Entrelosríos –agua y verde y agua–,
por el Campanín,
aunque ya no toque a hacendera o a la vecería.
Por el sol que todos los días sale
por Piconariz,
sobrevolando el Corcos,
e ilumina la torre de la iglesia
y los tejados de nuestras casas.
Por las calles enramadas
en la procesión del Corpus
–carrizas, tomillo, lirios y
flores multicolores,
confundiendo memoria y deseo–
con niños y niñas todo blanco
–¡ay, primera comunión!–,
arrojando al aire pétalos de rosa.
Por el tiempo recobrado
de hombres y mujeres enhiestos,
curtidos por el sol,
que elevan sus ojos y sus mentes hacia lo alto
en una tierra inmisericorde y aleve
que se vacía día a día.
Por todos los que ya no están
–aunque se hayan ido, nos acompañan
y, después de la tierra leve,
allá arriba nos esperan.
Por ti y por mí
–¡por todos los villahibierenses!
De esta vamos a salir,
espero que mejores,
bien seguro que distintos,
pero vamos a salir,
sí, vamos a salir,
de esta vamos a salir
¡todos juntos!
Madrid, 17 de abril de 2020
Notas:
El 16 de
abril me solicitaron colaboración para el vídeo que, con motivo de la pandemia
del coronavirus Covid-19, quería
hacer la gente de Villahibiera, mi pueblo natal.
El
vídeo, que se hizo público el 18 de abril, puede verse en: https://youtu.be/pRdNJUUDAIw.
El poema
aportado por mi parte al efecto, que se recita en el vídeo, integra un copioso
conjunto de elementos idiosincrásicos villahibierenses como la Negrilla, el río
Corcos, el Puente Blanco, la Cruz, el Caño, el Campanín, el roble de Camperas; de
topónimos varios (Camperas, Entrelosríos, Piconariz), y de elementos muy
significativos de nuestros usos y costumbres ancestrales (la Cruz donde se
realizaba el calvario de Viernes Santo o la procesión del Corpus, toque a hacendera
o a la vecería).
El
poema, como texto literario que es, tiene un intenso juego de recursos
retóricos (antítesis, juegos metafóricos, elementos espaciales antitéticos,
etc.) y de elementos paratextuales y literarios diversos.
Versos
11 y 29: Acerca de la crueldad del mes de abril o de la memoria y el deseo,
en Sinfonía de Praga, y en más de una ocasión en el blog que acompaña a
la novela, hemos hecho referencia a los versos que abren Tierra baldía
de Eliot, que se parafrasean en la novela (Pág. 307):
«Sí, ya sé: April is the cruellest
month, pero cómo podrían elevarse si no las lilas desde la tierra muerta
para confundir memoria y deseo».
Los
versos de Eliot son los siguientes:
April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain
(The waste land, T. S. Eliot, 1922).
Abril es el mes más cruel, criando
lilas de la tierra muerta, mezclando
memoria y deseo, removiendo
turbias raíces con lluvia de primavera.
Verso 19:
El Caño de agua modorra necesita una explicación especial: Antes de
la traída de aguas y de que se instalara el agua corriente en el pueblo a
principios de la década de los 70 del siglo pasado, el Caño era
el que abastecía de agua a buena parte de Villahibiera y proveía de agua tanto
para uso doméstico como para los animales –el agua que caía del Caño se recogía
en un pilón, donde habitualmente acudían a beber las vacas y los animales–.
Era
tradición ancestral que los más chicos de cada casa, habitualmente al caer la
tarde, tanto en invierno como en verano, lloviera o nevara, hiciera frío o
calentara el sol, habían de acudir con el botijo y el caldero de chapa de acero
zincado a recoger al Caño el agua para el consumo ordinario. Ello permitía y
propiciaba el encuentro y el contacto entre los jóvenes y a veces las miradas
tiernas y puede que hasta enamoradas.
Según
tradición o leyenda conocida en toda la ribera del Esla, y aún más lejos, el
agua del Caño no era muy sana, era agua “modorra”, que afectaba a las gentes
que de ella bebían. Por eso en toda la comarca a los villahibierenses se les
conocía como “los modorros” y Villahibiera era conocido como “el pueblo de los
modorros”: en él se bebía un agua no muy salubre, que amodorraba, si es que no
enloquecía.
El Caño
aún subsiste, aunque profundamente alterada su estructura y configuración, adornado
durante un tiempo con una ternera pinta colocada sobre un pedestal, y con un
cartel que indicaba “Agua no clorada”.
Versos 19 y 20: El Campanín era la campana de la vieja iglesia románica del siglo XII, campana hoy desaparecida en una historia novelera y rocambolesca.
El
Campanín tenía los tradicionales usos vinculados a la iglesia y a las
ceremonias religiosas, pero también era el santo y seña de diversos usos
civiles: tocar a hacendera (expresión terruñera que hacía referencia a aquellas
actividades de participación colectiva y obligatoria del vecindario para
beneficio del pueblo: construcción de obras de uso común como el cementerio, limpieza
de calles, extinción de un incendio, etc. —expresión que en algunas comarcas de
León se mantiene con la forma arcaizante de ‘facendera’; en Villahibiera, el
uso oral la abreviaba y se decía “tocar a cendera”, con aféresis de la vocal
inicial—); o tocar a la vecería (la “vecería” era el conjunto de vacas, o de
otros animales, del vecindario que salían a pastar a los terrenos comunales y
que eran cuidadas por riguroso turno entre los vecinos —en algunas comarcas
leonesas se denominaba “vecera”, expresión que hacía también referencia a la persona
que tenía que ejercer por vez o turno un cometido o cargo concejil—).
Y nadie que
lo haya oído olvidará nunca el toque a muerto del Campanín, con su toque
rítmico, lento, doloroso, pausado, que avisaba al pueblo cuando uno de los parroquianos
había fallecido.
Verso
23: Hay resonancias de Proust y su tiempo recobrado de Á la recherche du temps perdu (En busa
del tiempo perdido).
Versos
26 y stes.: En Sinfonía de Praga (Pág. 64), se rememora la historia de
Praga y se exalta, entre otros acontecimientos, la procesión del Corpus Christi
que se celebraba en Staroměstské náměstí, la plaza de la Ciudad Vieja, con
estas palabras:
«O rememoraba las
procesiones y paradas del día del Corpus, cuando las paredes exteriores de las
iglesias y las casas se decoraban con plantas, flores y ramas y el suelo se
tapizaba de verdes hierbas, carrizas, tomillo, guirnaldas, lirios y flores
multicolores y se caminaba sobre una tupida alfombra vegetal mientras los niños
y niñas, vestidos de un blanco inmaculado, lanzaban pétalos de rosa al aire,
perfumando todo el ambiente con su aroma, a la vez que sus inocentes corazones
latían bulliciosos como potrillos desbocados».
Praga y Villahibiera conjuntadas y hermanadas, en
ceremonias y significaciones idénticas (http://www.sinfoniadepraga.es/).
Versos 29
y stes: Se hace un canto a los hombres y mujeres de Villahibiera, que no eran
muy distintos de los hombres y mujeres de tantos pueblos de nuestra España
tradicional: Seres humanos firmes, recios, enhiestos a pesar de la adversidad o
de las inclemencias del tiempo o de los embates de la naturaleza, muchas veces
hostil; con sus ojos siempre dirigidos hacia el cielo, con mentalidad religiosa
acendrada –mirando hacia arriba, hacia el cielo– y
escrutando la naturaleza –mirando hacia arriba, hacia el horizonte,
intentando adivinar si llovía o escampaba, si hacía sol o iba a helar–, aunque
asentados firmemente en una tierra inmisericorde y aleve.
Los
versos parafrasean el texto de nuestra contribución a la exposición de
fotografías que sobre la escultura “La Negrilla” del escultor villahibierense
Amancio González Andrés, ubicada en el centro de la ciudad de León, se realizó
en la primavera de 2019 en el Museo Gaudí – Casa Botines.
En
aquella ocasión escribimos:
«Homenaje de lo que fue,
de lo que fuimos, memoria del tiempo recobrado de aquella Negrilla de
Villahibiera, donde hombres y mujeres enhiestos, curtidos por el sol, elevaban
sus ojos y sus mentes hacia lo alto en una tierra inmisericorde que se vaciaba
día a día».
Puede
verse al respecto:
Se hace
asimismo una mención expresa a lo que ya es un topos reivindicativo y doloroso
asentado en nuestra sociedad actual y que se refiere a Villahibiera y a tantos
otros pueblos similares de esta España nuestra como tierra vacía y vaciada, que
a lo largo de las últimas decenas de años ha ido expulsando a sus hijos a la
búsqueda de horizontes mejores.
Ello
permite asimismo una referencia indirecta al título del libro de poemas de
Eliot que se menciona en los veros 11 y 29, Tierra Baldía.
Se
califica asimismo en el verso a la tierra inmisericorde como “aleve”, que
permite un preciso juego textual con la “tierra leve” del verso 41, indicación
que no estaba en el texto sobre la escultura de “La Negrilla” que origina estos
versos.
Verso
41: El descanse en paz del reciente pasado, habitualmente convertido en que
en paz descanse en la mención conversacional cuando se señalaba a una
persona fallecida –que era el requiescat in pace de un tiempo anterior–,
se ha convertido en estos tiempos más descreídos en la expresión que la
tierra te sea leve, expresión a la que se hace referencia en el verso
–expresión que, como es obvio, viene a traducir a nuestro presente el
antiquísimo epitafio latino Sit tibi terra levis–.
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