de la televisión
(RTVE 2) a las 8:00 h.
Así vamos a estar
quienes queráis acompañarme para deleitarnos con la sinfonía “Praga” de Mozart.
Y a los buenos
lectores de una novela que tú y yo sabemos no habrá que explicarles por qué.
Aunque a lo mejor
no está de más advertir que esa novela tuvo muchos títulos en el proceso de su
creación; que no tuvo uno, ni dos, ni tres, ni cuatro… que hubo que llegar
hasta el doscientos cincuenta para encontrar el título que la definiera.
Y bien es verdad
que Meme –unos cuarenta años muy bien llevados,
tez morena y tersa curtida por el sol, media melena de pelo oscuro, falda
corta, hermosas piernas largas y un collar de perlas cayéndole por entre los
pechos–, tuvo
mucho que ver en el invento, como podréis comprobar si acudís a la Pág. 523 de
la novela.
Y ahí podréis leer:
Entonces caí en la cuenta –una nueva epifanía que venía a
nuestro encuentro–: La Sinfonía n.º 38,
en re mayor, de Mozart, está catalogada como K. 504, según el catálogo de
clasificación de Köchel. Y los primeros compases del primer movimiento era lo
que estaba sonando en mi móvil en ese momento.
Inmediatamente me puse a investigar acerca de la sinfonía
n.º 38 de Mozart. Así descubrí que a finales de 1786 Mozart fue invitado a
Praga para asistir a una de las representaciones que se estaba haciendo en el Státní opera de Las bodas de Fígaro. Con ese motivo Mozart acude a Praga en los
primeros días del año 1787 y aprovecha el viaje para dirigir el 19 de enero en
el Stavovské divadlo la primera ejecución pública de la Sinfonía
n.º 38, en re mayor, ejecución que es acogida con gran éxito y le reporta
buenos beneficios económicos.
Asimismo descubrí que habitualmente la sinfonía n.º 38 ha
sido conocida y denominada como Sinfonía
Praga o Sinfonía de Praga, por
haberse considerado que fue en Praga, en ese viaje de 1787 mencionado, cuando
fue compuesta la obra –aunque parece que se debe a un error, ya que la sinfonía
ha de ser datada, sin embargo, en el mes de diciembre de 1786.
Y si queréis
saber más, podéis acudir a la Pág. 63 de Compleméntum donde se os
explicará todo y por lo menudo (aunque también podréis leerlo en http://www.sinfoniadepraga.es/images/Complementum/Taller3.pdf):
El título de una obra es o puede ser, según los viejos
principios de los formalistas rusos, el archilexema del texto, que ha de
integrar el archisemema que resume y recoge el contenido del relato. Pero, por
lo mismo —extrañamiento como principio generador de la literariedad—, también
puede apartarse de la norma, desviándose de ella y hasta incluso enfrentarse
radicalmente a ella —¿Dónde está? ¡Que salga ya! ¡Queremos ver en escena a la
cantante calva que se nos ha anunciado!
La obra, al principio de su creación, fue Novela, porque esa era la mejor forma de
no–definirse, entendiendo que en ella, adscrita a un género proteico y
misceláneo por excelencia, cogía todo, se prestaba a todo, incluso a cualquier
capricho de un ser experimentado que se las sabía casi todas y quería y deseaba
nuevos goces, una vuelta de tuerca más en la serie literaria, en el canon
concebido y conocido bajo el epígrafe de novela.
Más tarde se definió con más precisión y fue La parte de Lieserl, dando el
protagonismo a quien lo tenía y le correspondía, e insertándose muy bien en la
serie literaria: Desde las partes en
que se publicaban las obras dramáticas del Siglo de Oro —siempre Lope in mente—, hasta, en otro sentido,
Mourad y su princesa muerta o las partes heterogéneas y complementarias de 2666 de Bolaño y muy especialmente Á la recherche du temps perdu —ya sea
por la parte de Swann o por la parte de Guermantes—. Esa vía encontraba una
fácil transmisión a las lenguas más próximas: Le côté de Lieserl, The
Lieserl way —¿o acaso mejor Lieserl’s
way?—, Die Welt der Lieserl, La parte di
Lieserl, etc.
Y luego pudo haber sido Diario de Lieserl; o Encuentro
en Praga; o Dios, el Viejo, no juega
a los dados; o Realidad en fábula;
o Ni es cielo ni es azul; o Escila y Caribdis; o Muerte y destrucción; o El resto es silencio; o PRG, tomando la parte por el todo; pero
pasó a ser Ruido y furia, con
Faulkner en el horizonte, pero especialmente con Shakespeare —Macbeth, V, V— en lontananza, recordando
«life is... a tale... full of sound and
fury, signifying nothing». Para ser finalmente lo que había sido desde el
principio, lo que tenía que ser, lo que no podía dejar de ser —bien es verdad
que con la ayuda de la sin par Meme.
Y a la hora de determinar el título —con eufonía, con
mnemotecnia, con propiedad y adecuación, generando ansiedad por la lectura a la
vez que anticipando el contenido de la obra—, ha sido también, y por este orden
cronológico...
Así es, así será,
si así lo queréis y me acompañáis.
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