Como no estamos
encerrados con un solo juguete, después de acudir al colegio “Nuestra Señora Santa
María”, hoy nos hemos acercado con nuestros amigos franceses —Marisol Bello tiene la culpa— al Auditorio Nacional de Música.
Allí nos ha acogido
la Orquesta y Coro Juvenil Europeo de Madrid (OJEM), bajo la dirección de
Adriana Tanus, con tres composiciones corales de Toivo Kuula y la música del
gran Jean Sibelius: El cisne de Tuonela, Op. 22, bello canto fúnebre inspirado en el “Kalevala”, y la prodigiosa Finlandia, Op. 26. Y para concluir la velada musical, la Misa de réquiem en
re menor, KV. 626, de Mozart, acaso su obra más trascendental y compuesta
durante los últimos días de su vida.
Literatura y
música, música y literatura; una y otra vez, una vez más.
Aunque, mientras la
música, con sus claras ondas discurriendo —como bien describe la
Canción III de Garcilaso y se recoge en esa novela que tú y yo sabemos (Pág. 177)—, nuestra cabeza estaba reflexionando sobre alguna frase que nos
ha venido a la mente desde de Las armas y las letras. Literatura y guerra
civil (1936-1939), de Andrés Trapiello: Todas las guerras se pierden,
incluso las que se ganan.
Y hasta nos acercamos
hasta el Hispanic Testament de Arthur Koestler: “Otras guerras
consisten en una sucesión de batallas; esta es una sucesión de tragedias”.
Música y literatura,
literatura y música; una y otra vez, una vez más.
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