en este largo fin
de semana madrileño, otoñal y hermoso; tiempo de «colores mil e infinitas tonalidades
amarillas, doradas, ocres o marrones y múltiples olores —¡intensos olores de otoño en
la ribera del río!—», como aparece en esa novela que tú y yo sabemos (Pág. 149); tiempo de
castañas; tiempo soleado y autumnal que se adentra en nosotros, nos embriaga y
nos hace sentir como una parte más de la naturaleza toda, según escribió
Lieserl en su Diario en octubre de 1930, en una tarde de amor y sexo, «embriagada de amor, o de otoño —sensaciones a flor de piel—, dispuesta a lo que quisiera, a entregarme toda a él si
esa era su voluntad, ninfa y fauno que retozan amorosamente después de la
siesta».
Fin de semana
disfrutando del arte en la Fundación Juan March: “Genealogías del arte, o la historia
del arte como arte visual”, con el célebre diagrama de Alfred H. Barr, Jr.,
fundador en 1929 del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) para la
sobrecubierta del catálogo de la exposición Cubism and Abstract Art
(1936), en el que explicaba la evolución estilística del arte desde 1890 a
1935. Y a su lado, obras de artistas de vanguardia como Pablo Picasso (Femme
dans un fauteuil [Mujer en un sillón], 1929), Constantin Brancusi, Kazimir
Malévich, César Domela, Francis Picabia, Robert Delaunay, Vasili Kandinsky (Landscape
with Two Poplars [Paisaje con dos chopos], 1912) y tantos otros.
Mientras, le damos vueltas a ese 26 de septiembre de 1940 en
la frontera entre la Francia ocupada por las tropas hitlerianas y la España de
un Franco victorioso. Ese día en que a Portbou llega una persona que huye de
Francia. La policía de fronteras española le retiene cuando cruza por los
Pirineos y no le autoriza a atravesar España, camino de la salvación, camino de
Lisboa, para dirigirse a EE.UU. Esa persona en ese momento es “apátrida” (sin
nacionalidad), es un sin tierra, pero es una persona alemana, es una persona judía
y se llama Walter. La policía española la retiene y le informa que al día
siguiente le va a entregar a la Gestapo, que la va a enviar a un campo de
concentración.
Esa persona, que se apellida Benjamin, ese día, 26 de
septiembre de 1940, en Portbou, se suicida y muere.
Visita a la Colección Masaveu, recientemente puesta a
disposición del público, gestionada desde 2013 por la Fundación María Cristina
Masaveu Peterson, que reúne uno de los fondos artísticos privados más
importantes de España. Colección nacida en la década de 1930 y acrecentada a lo
largo de varias generaciones, es un ejemplo único dentro del ámbito del
coleccionismo privado español de la nueva burguesía industrial y financiera de
los siglos XIX al XXI y fiel reflejo del gusto de sus propietarios por el arte
que pone a disposición de los pobres mortales.
¿Te gustaría conocer, por fin, los papeles que guardaba
Benjamin en esa vieja cartera de piel que llevaba consigo cuando se suicidó
aquel día infausto de 26 de septiembre de 1940? ¿Esos papeles que la policía
española de la Comisaría de Investigación y Vigilancia de la Frontera Oriental
de España, cuando inventarió las pertenencias de Benjamin tras su muerte aciaga,
definió como «unos papeles de contenido desconocido». ¿Te gustaría saber lo que
a mano, con letra diminuta, escrito está en esos papeles que Walter Benjamin valoraba
más que a su vida?
Y en este fin de semana madrileño, otoñal y ventoso nos hemos
acercado también hasta la Biblioteca Nacional de España para adentrarnos en la
exposición “Benito Pérez Galdós. La verdad humana”, que homenajea a Galdós
cuando se va a cumplir un siglo de su muerte, acaecida en 1920, y en la que se
resalta como su principal su aportación a la cultura española la invención de
una imagen moderna del ser humano, que supera la forjada a base de los
arquetipos mentales y dualidades predominantes desde el Renacimiento. Grata
exposición, grata convivencia durante unos breves momentos con Galdós, al que
tanto debemos todos los novelistas españoles.
De manera similar
a lo que ya hicimos en Sinfonía de Praga, estamos trabajando sobre el pasado
reciente desde el presente más rabioso, voluntad ética y estética conjuntadas
nuevamente: Expresión
estética de la ética humana (Nulla aesthetica sine ethica)
—Responsabilidad ética para analizar críticamente el
pasado y críticamente comprometerse con el presente, corresponsabilidad ética
con el mundo que hemos de dejar hacia el futuro.
Y en este nuevo proyecto literario estamos intentando
integrar en un todo armónico y coherente, orgánicamente bien estructurado, el relato de la peripecia narrada desde las tres
posibles perspectivas de la narración: 1ª persona (yo), 2ª persona (tú) y
tercera persona (él). ¡Elevados y ambiciosos proyectos en nuestras manos!
Tiempo de arte en el otoño madrileño, otoñal y ventoso; tiempo
para recordar a Lieserl que rememora al bueno de Franz Kafka: «Atardecer
junto al río. Un bote en el agua. El sol poniéndose entre nubes». Y
mientras Lieserl evoca a Franz, nos hace recordar «las tardes con Otto en las riberas del
Moldava, el otoño rodeándolo todo, rodeándonos y adentrándose en nosotros
también, como si fuéramos una pareja de tórtolas enamoradas; y, sí, es verdad,
los barcos en el río y el sol poniéndose entre las nubes, tras el Castillo» (Pag. 147).
Como ya hemos hecho en Sinfonía de Praga, en el nuevo proyecto
artístico esperamos ofrecer al lector un relato bien estructurado —où tout se tient—, una peripecia motivadora —hechos sorprendentes que conectan
el pasado de los años 30 y 40 del siglo XX, la España de la Guerra Civil y la
Europa de la Segunda Guerra Mundial, con el más rabioso presente de la España
de hoy—, una voluntad de
estilo que cautive y una anagnórisis final que sorprenda y arrobe.
Y que no, que no estamos encerrados
con un solo juguete, aunque así lo parezca, tal como ya hemos reiteradamente escrito,
que estamos con nuestro proyecto (working
in progress), trabajando el pasado desde el presente para el futuro,
pero estamos también hambrientos de realidad, o de ficción, que viene a ser lo
mismo —rememorando a David Shields— y hemos
acudido a aplastarnos en la butaca del cine con Sorry We Missed You, otra más de Ken Loach, del Loach de siempre, golpeándonos el corazón y la
mente. Y también nos hemos dejado impresionar por Parásitos, palma de
oro del último festival de Cannes, del cineasta surcoreano Bong Joon-ho.
Y aunque es justo y necesario que el creador de una obra literaria
ofrezca esos cuatro elementos —relato bien
estructurado, peripecia motivadora, voluntad de estilo y anagnórisis final
sorprendente—, ha de ofrecer mucho más: Ha
de ofrecer una cosmovisión poderosa que cree un nuevo mundo y que cree un nuevo
lector y permita a este ser más, ser otro y distinto al que era en el momento
en que inició la lectura de la obra.
Y hasta nos hemos hecho acompañar de Les feuilles mortes (letra
de Jacques Prévert, música de Joseph Kosma, 1945, en versión de Ives Montand [https://www.bing.com/videos/search?q=les+feuilles+mortes+yves+montand&&view=detail&mid=5E8432F528CD1A13108F5E8432F528CD1A13108F&&FORM=VDRVRV]
—aunque en otros momentos nos ha acompañado la versión en
inglés: Autumn Leaves, con interpretaciones de Eric Clapton, Eva Cassidy, Nat
King Cole, Frank Sinatra y tantos otros.
Eso es lo que queremos hacer; ahí estamos, habitados por
nuestros pensamientos —y nuestros recuerdos y
sensaciones y proyectos—; ahí queremos
estar, si tenemos ocasión y tiempo en este largo fin de semana madrileño,
otoñal y hermoso, tiempo de colores mil e infinitas tonalidades, tiempo de
múltiples olores, tiempo soleado y autumnal que se adentra en nosotros, nos
embriaga y nos hace sentir como una parte más de la naturaleza toda.
Amigo Demetrio, nos dejas con la miel en los labios. Estamos deseando saber qué dicen esos papeles de Benjamin. No tardes...
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